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De Teherán, sin amor

Irán mantiene una frustración hegemónica insatisfecha desde que Darío, el gran rey de los persas, dominó un imperio que incluía lo que hoy es Iraq, Siria, Egipto, el Norte de la India y parte del Asia Menor. Soleimani, cerebro y ejecutor del expansionismo iraní, antiisraelí, antinorteamericano y anti saudita y jefe de facto de las filiales extranjeras de Hezbolá llegó a ser un rey sin corona del medio oriente. 

Así como las “ollas del micro-tráfico local” recogen toda la escoria del barrio: jíbaros, drogadictos, prostitutas, policías corruptos, así Venezuela se convirtió en la gran “olla del macro-tráfico global”. Tan pronto Chávez se instaló en su trono cerró la DEA, expulsó sus agentes, desactivó radares. Hasta hoy la extensa frontera colombo venezolana se convirtió en corredor de salida de coca y entrada de armas para la guerrilla colombiana y Chávez en el flautista de Hamelín de los parias del mundo.

Para entonces ya Hezbolá había puesto sus ojos en América Latina. En 1994 realizó un ataque terrorista en Buenos Aires contra la central israelí AMIA con un saldo de 85 muertos. El 18 de enero de 2015 el fiscal Alberto Nisman, que investigaba el caso y ese día iba a imputar cargos a la presidente Kirchner por encubrir a los iraníes involucrados, amaneció “suicidado”. Aliados y métodos en evidencia. Hezbolá es el “partido de Dios”, que en 1979 llevó al poder al Ayatola Jomeini, instalando una teocracia absolutista y haciendo que Irán retrocediera siglos hacia las profundidades de un medioevo intolerante, misógino y fanático. 

De la mano de Qasem Soleimani, jefe de Operaciones Internacionales de la Unidad de la Guardia Revolucionaria Islámica,  Hezbolá se convirtió en un producto de exportación que empaqueta partido político, islamismo radical, célula terrorista y milicias armadas. Estas últimas copiadas por Chávez, similares a las cubanas y a las de la “primera línea” petrista de las cuales tuvimos aquí un abrebocas. Así llegó al Líbano, Yemen, Gaza, Siria e Irak sembrando escisiones internas, guerras y destrucción. Su toxicidad religiosa, política y militar no tiene límite. Hace más de una década tiene células en Maicao, Maracaibo, Valencia y Margarita, donde pretenden un perfil menos violento, para servir mejor de conducto de los dineros ilícitos del narcotráfico, contrabando, petróleo, oro, cajas CLAPS, etc. Hezbolá es Irán en cuerpo ajeno.

Irán mantiene una frustración hegemónica insatisfecha desde que Darío, el gran rey de los persas, dominó un imperio que incluía lo que hoy es Iraq, Siria, Egipto, el Norte de la India y parte del Asia Menor. Soleimani, cerebro y ejecutor del expansionismo iraní, antiisraelí, antinorteamericano y anti saudita y jefe de facto de las filiales extranjeras de Hezbolá llegó a ser un rey sin corona del medio oriente. Pero mientras el mundo musulmán que rodea Irán es árabe, el pueblo iraní es ario, con orgullo no disimulado; y mientras el 80% de los musulmanes del mundo son sunitas, el 90% de los iraníes son chiitas, con fanatismo exacerbado, lo que dificulta su ambición manifiesta. No sabemos si lo que dijo el ministro Molano en Jerusalén fue una torpeza o tenía un guiño superior. Sí sabemos que las maneras diplomáticas son un hazmerreír para el régimen iraní y que, si hubiere razones para una ruptura, de esa relación no existen beneficios conocidos, pero estamos expuestos a perjuicios imaginables.

rsilver2@aol.com    

 

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