Un algoritmo es una secuencia de pasos lógicos que sirven para resolver un problema o ejecutar una tarea. Los colombianos tenemos dos tareas en las elecciones del próximo domingo: La consulta entre las coaliciones y la votación al congreso. En condiciones normales la lógica aplicable sería votar por quien querríamos ver como presidente de la república o congresista según nuestras preferencias políticas y económicas, en decir votar con el deseo; caso en el cual puede incluso tener sentido abstenerse o votar en blanco a manera de protesta.

Por condiciones normales entiendo que todos los candidatos con chance de ganar compartan las bases de nuestro sistema político y de nuestro sistema económico. La condición crucial de este sistema político, que llamamos “democracia liberal”, es la de ser de doble vía: para acceder al poder y para entregarlo a un sucesor. Algunos procuran que la democracia sea para ellos de una sola vía: acceder al poder y luego hacer lo que esté a su alcance para perpetuarse en él, aunque no siempre lo logren. A manera de ejemplo Hitler, Stalin, Maduro y Trump, coinciden en esa pretensión. En el caso que nos ocupa el candidato líder de la coalición del Pacto Histórico (PH), Gustavo Petro, ha reiterado su necesidad de gobernar por 20 años para ejecutar todos los cambios que imagina; su paso por la alcaldía de Bogotá no dejó dudas de su vocación autoritaria.

En cuanto a nuestro sistema económico, éste comprende la libre empresa, la propiedad privada y el capitalismo, sistema que ha generado para la humanidad los 200 años de mayor prosperidad de los 200 mil que llevamos sobre la Tierra; o sea que, a pesar de todo lo que falta por mejorar, ha creado más bienestar material en esta última milésima parte de nuestra historia que en todas las anteriores. El candidato Petro y su camarilla padece también de un manifiesto desafecto hacia este sistema, al reiterar numerosos desatinos que pretenden repudiar sus principios fundamentales.

No estamos, pues, en condiciones normales para quienes subvertir las bases de nuestra vida política y económica es un augurio de desastres potenciales como los que saltan a la vista en Venezuela. En consecuencia tenemos que ajustar la lógica para votar: el primer efecto es que abstenerse o votar en blanco resulta inane; hay que hacerlo dentro del abanico opciones de aquella coalición que consideremos que tiene más chance de llevar uno de sus protagonistas a la presidencia; y hacerlo por el candidato que consideremos que tiene la mayor probabilidad de prevalecer en una segunda vuelta. En cuanto a la elección del congreso, ésta se convierte en la oportunidad de tomar la mejor medida de mitigación del daño en caso de que Petro llegará a la presidencia: el fortalecimiento del poder legislativo para el equilibrio de poderes. Ello nos fuerza también en este caso a utilizar la lógica del voto útil, no necesariamente por quien más nos guste, sino por quien, dentro de la coalición de nuestra preferencia, más probabilidades creamos que tiene de obtener su curul. 

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