En una Liga como la colombiana en la que el campeón suele hacer mala campaña en el siguiente torneo, lo hecho por Junior en los tres últimos (tres finales consecutivas y dos títulos) es motivo de orgullo y satisfacción.
Existen muchísimas más razones para que la hinchada se sienta agradecida y no desconsolada. Lamentablemente no todas las finales se pueden ganar. América fue más contundente y práctico, supo imponer su estilo y controlar las fortalezas tiburonas.
Hay equipos del balompié nuestro que sueñan con la primera final de su historia y otros que contabilizan muchos años sin jugar una. América, por ejemplo, sumaba 11 años sin llegar a esa instancia decisiva en primera división (jugó la final de la B). Junior ya acumula 15 finales en el mismo tiempo (nueve en la Liga, tres en la Copa Colombia, dos en la Superliga y una en la Copa Sudamericana). Y en el 2020 ya tiene asegurada la lucha de la Superliga, el trofeo que se pelean los dos campeones del año (en este caso Junior y América).
Y seguramente vendrán más posibilidades de título y protagonismo porque se le está dando continuidad al trabajo de un técnico experimentado como Comesaña que ya tiene un amplio camino abonado.
Además, hay un gran respaldo económico de los dueños del club para traer jugadores destacados y existe una buena cantera.
El reto cercano del DT y los dirigentes, poniendo la mira en la competencia criolla y en la Copa Libertadores, es equivocarse lo menos posible en materia de refuerzos.
Sí es necesario y urgente renovar la plantilla y meterle mayor calidad y nivel a cada una de sus líneas, sobre todo por la competencia internacional (localmente alcanza con menos).
Quienes vengan no deben ser inferiores a los que se van, como ocurrió con Michael Rangel, quien fue cedido al América para abrirle espacio a Éder Farías.
Mientras el santandereano, que no venía encajando ni brillando en Junior, lo cual hizo totalmente comprensible su cesión, terminó goleador de la Liga, con 13 tantos, y ayudó a sentenciar el título a favor de los escarlatas, Farías finalizó el semestre sin aportar siquiera un triste gol.
No digo que Rangel se debía quedar. Para nada. Acá le rebotaba todo y no era certero, lo que apunto es que su reemplazante no debió ser un jugador con las mismas o mayores limitaciones técnicas. Solo es un ejemplo de lo que no se debe hacer.
Es bueno encender las alarmas y pedir que fallen lo menos posible.
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