No fue una sinfonía, pero tampoco un mamarracho. Colombia le ganó 1-0 a una Japón intensa, dinámica, veloz y colectiva (pero sin pegada) jugando de manera aceptable.
Obviamente hay muchísimas cosas por mejorar, pero para empezar e ir revisando, conociendo y ajustando, estuvo bien.
Hubo sombras y luces en el estreno del equipo dirigido por Carlos Queiroz.
Luces: la seguridad que transmitió Camilo Vargas. Ya no hay ese temor de desamparo porque David Ospina está lesionado. La energía y vigor que inyectó Duván Zapata. El entusiasmo y calidad que dejan ver caras nuevas como Luis Díaz y Sebastián Villa.
Sombras: los laterales. Se ratificaron las sospechas con Palacios y Machado, no tienen nivel de Selección en este momento. En el medio se echó de menos un volante con mejor pie y salida que Lerma. Un Cuéllar, un Uribe, un Ricaurte, un Cantillo...
Esto apenas comienza. Solo fue una muestra y resultó aceptable.
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