El Heraldo
Opinión

Querido amigo:

Comienzo de tal forma esta carta porque, a pesar de que desde hace más de un mes no nos hablamos, confío en que tan pronto pasen las elecciones volvamos a tender los mismos puentes de cuando nos conocimos en Expreso 98, la disco en la que comenzamos a descubrir el mundo gay hace 35 años, apenas un lustro después de que ser gay dejara de ser delito en Colombia.

Mucha agua ha corrido desde entonces. Nos graduamos en la universidad, te fuiste a NYC y volviste con ansías de cambiar el mundo. Vestidas en drag, tú y Assesinata se adueñaron de la alegría en la gris y pacata Bogotá, cuando los dueños del par de discotecas que entonces había tenían que pagarles a la Policía para que los dejaran funcionar. Un par de veces nos condujeron a la estación, a la salida de Zona Franca, ¡solo por rumbear!

Luego de publicar mi primera novela asumí un papel más activo y público en la lucha por la visibilidad de lo que comenzaba a llamarse “comunidad LGBT”. Junto a Colombia Diversa y otras organizaciones, luchamos por la inclusión, por el reconocimiento de los derechos, por el respeto a la indiferencia. Recuerdo cuando Pepe estuvo en coma por aquel accidente vehicular y tus suegros no te dejaron visitarlo en la clínica, a pesar de que para entonces ya llevaban más de doce años juntos. Ya no era miedo sino dolor ante la impotencia. Por eso se casaron. Superada esa prueba de salud, nos fuimos varios un fin de semana a Cartagena a celebrar la firma que estamparon en la notaría.

Hace dos años nos angustiamos cuando medio país salió a la calle a gritar, no tanto en contra de unas cartillas escolares como en contra de nosotros mismos. “¿Por qué la derecha insiste en meter lo gay en su discurso del odio?”, preguntaste en una cena en mi casa y otro contestó: “Lo que se ha ganado, fácilmente se puede volver a perder”. Pronto olvidaste esa frase porque entonces Victoria –tu hija, mi ahijada– trajo a tu hogar otra alegría y una nueva responsabilidad.

Hace un mes dijiste: “Todo el mundo tiene derecho a votar por quien quiera”. Es cierto y no me meto en tu decisión, pero me cuesta mucho entender a un gay que vota por el combo Uribe/ Ordoñez/ Morales (no te extrañe verla como Ministra de Educación o en ese otro que proponen, el de la familia). ¿Por qué votar por alguien que niega nuestros derechos y nos trata como ciudadanos de segunda? ¡Duque ni siquiera es capaz de pronunciar la palabra gay!

Los miedos del pasado parecen haber desaparecido, pero siguen ahí, agazapados. ¡Basta viajar a nuestros pueblos para confirmarlos! Votar por Duque es volver al closet de nuestra niñez, a esos miedos terribles, a la culpa, a la vergüenza. ¿Dónde quedaron tus ansias de libertad, la lucha por la justicia social, por la inclusión y los derechos igualitarios? Si estos últimos años hemos conocido la primavera es justo porque ellos no están en el poder. La desnazificación de Alemania tomó décadas, pero se logró. Aquí también podemos desmontar la ultraderecha uribista.

Con el cariño de siempre,

@sanchezbaute

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