Hace tan solo unos seis meses se informaba por los medios de prensa que ya había una propuesta del consorcio que tiene a su cargo la concesión de la carretera Barranquilla – Ciénaga, para convertirla en autopista, y esta propuesta consistía en ampliar la vía actual, tres metros a cada lado, además de un nuevo tramo que se alejaría 400 metros más del mar en los puntos en los que la erosión amenaza la actual calzada.
Conociendo la problemática ambiental que afecta al parque Isla de Salamanca, propuse hace unos 20 años, que simplemente se ampliara la calzada actual para llevarla de dos carriles a cuatro. Medí en ese entonces el ancho de dicha calzada, consistente en dos carriles de 3,50 m. de ancho cada uno, dos bermas de 2 metros cada una, y 30 centímetros que suma el ancho de las tres líneas de demarcación, para un total de 12,30 metros, que coincide con el informe reciente. En lo que no estoy de acuerdo, y deberíamos los barranquilleros no aceptar, es en que se amplíe la actual carretera en 3 metros a cada lado, o en 6,90 metros en total, como aparece en otra información.
Si definitivamente se decide que para convertirla en autopista no se construirá una calzada paralela con amplísimo espacio entre calzadas, que la haría más espectacular, sino que se ampliará la única calzada actual, entonces que esta se amplíe sin cicatería para no reducir el ancho actual de los carriles ni el de las dos bermas actuales.
En este caso simplemente habría que sumarle el ancho de dos carriles nuevos, similares a los actuales que son de 3,50 m. cada uno, o sea 7,0 metros, y un separador central a nivel de calzada, que ojalá contara con un ancho similar al de las dos bermas exteriores, 2,0 m., para un total de 9,0 metros. Así que a esa bendita carretera lo que habría que ampliar a cada lado son 4,50 metros. ¡Y listo! Quedaría con dos carriles de ida y dos carriles de venida, todos de 3,50 m. de ancho, sendas bermas de 2,0 metros para cualquier emergencia o parada obligada, y un separador central, que sin convertirse en una riesgosa barrera sino con una demarcación de barras amarillas diagonales, sí contaría con el ancho suficiente para minimizar el riesgo de accidentes. Hay que recordar los fuertes vientos de lado en algunos sectores de esta vía, que desestabilizan cualquier vehículo. Al fin de cuentas, igual que ahora, se conserva una sola barrera que simplemente se amplía, a la que deberán construirle decenas o centenares de box-coulverts adicionales, para que la futura afectación con el medio ambiente sea mucho menor que la actual, y así la nueva autopista mejoraría las condiciones del ecosistema.
¿Predicción o engaño? Anticiparme 20 años al diseño obvio de esta autopista para hacerla viable económicamente y mejorar sus condiciones naturales, no fue una predicción, sino aplicación del sentido común. Demorar más de 20 años para siquiera presentar su diseño, sí podría calificarse de engaño. Un engaño para dilatar la construcción de una de las carreteras más traficadas del país cuya verdadera solución es realmente más económica que la de carreteras del interior con túneles y viaductos. ¿Y nuestros congresistas? ¡Bien…gracias!
@nicorenowitzky
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