Durante una improvisada reunión política, organizada por miembros de su movimiento, el exalcalde de Cúcuta, Ramiro Suárez Corzo, anunció su apoyo a la candidatura de Iván Duque.
No sobra recordar que Suárez Corzo es un criminal condenado por ordenar el asesinato del abogado Alfredo Enrique Flórez, delito ejecutado por una célula local de las AUC, y que desde la cárcel sigue llevando una intensa actividad política: imparte instrucciones, aprueba avales, impulsa candidaturas locales; hay quienes afirman que en Norte de Santander nadie mueve un dedo sin que lo sepa el exalcalde convicto.
Los apoyos de personajes cuestionados a la aspiración del Centro Democrático se cuentan por decenas –el mismo director del partido, sin cuya aprobación Duque no dice ni hace nada, es el político colombiano con más investigaciones penales en toda la historia del país–, y, aunque esto no implica una responsabilidad legal de la campaña, lo cierto es que sí compromete seriamente su reputación y su legitimidad, porque no renuncia explícitamente a recibir los empujones electorales de corruptos y hampones, los cuales le garantizan un número significativo de votos.
En Colombia nos acostumbramos a llamar “maquinarias” a los carteles electorales que son, ni más ni menos, organizaciones criminales cuyo objeto es el tráfico de votos que se pagan barato en la calle, y se cobran caro a los ganadores, cuando finalmente se apoltronan en sus cargos en el Estado. Todo el mundo lo sabe y no pasa nada.
La única manera de que esta práctica se erradique es que los ciudadanos asuman la responsabilidad que les atañe como protagonistas principales de la democracia, pero no existe un solo ejemplo en toda nuestra vida republicana que demuestre que los electores no quieren más ser cómplices de tanta podredumbre. Es lo que hay: los colombianos estamos mal educados y mal informados, somos indolentes y egoístas, y estamos acostumbrados a la subordinación y a la violencia.
Por eso, en Cúcuta y en Norte de Santander, una región infestada de mafias narcoparamilitares, el 17 de junio mucha gente votará por quien les diga Suárez Corzo, un asesino sin escrúpulos que, tras las rejas, sigue manejando sus destinos y sus voluntades. Lo mismo harán los numerosos seguidores de Enilce López, Oneida Pinto, Juan José García, Kiko Gómez, Nilton Córdoba y Habib Merheg, entre muchos otros.
Y todo seguirá igual, como antes, como siempre, a pesar de los 10 millones de votos que representaban, por primera vez, la oportunidad de sacar un pie del fango. Los mismos votos que se resistieron a unirse en torno a una propuesta limpia de corrupciones, complicidades y muertos, con los anodinos argumentos de que Petro les cae mal, lo cual es incontrovertible; de que es vanidoso, lo cual es cierto; de que es de extrema izquierda, lo cual es falso; y de que sus propuestas son irrealizables, lo cual es una solemne estupidez.
Jorgei13@hotmail.com
@desdeelfrio
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