El ministro Cárdenas tildó a de “populistas” los proyectos sociales de iniciativa parlamentaria aprobados en el Congreso, con lo cual logró unir en su contra a todo el Legislativo y, de paso, graduó de populista a su propio jefe, el presidente Santos.
Será porque Santos lo es. En 2014, en plena campaña reeleccionista, el presidente prometió apoyar el proyecto que cursaba para reducir al 4% el aporte a salud de los pensionados, pero una vez reelegido traicionó su promesa populista y solicitó su archivo. Hoy, tres años después, niega la sanción a un nuevo proyecto aprobado en el Congreso y se le vuelve a atravesar a los pensionados.
También en campaña, Santos prometió volver al horario nocturno desde las 6:00 p.m., pero hoy se opone a un proyecto que ni siquiera partió la diferencia para llegar a las 8:00 p.m., sino que les ofrece a los trabajadores apenas una hora adicional.
Los ministros argumentan dificultades por la caída del ingreso petrolero, pero sus razones se desbaratan, no solo porque Cárdenas reiteró esa promesa populista cuando necesitó apoyo a la reforma tributaria (2016), y entonces no importó el petróleo –igual no iba a cumplir–, sino porque las estrecheces se esfuman cuando el Gobierno es sometido a presión, como sucedió con Chocó, Buenaventura y los docentes.
Hace pocos días el presidente dijo que, lamentablemente, no había plata para las demandas de los maestros. ¿De dónde salió la plata en ocho días? Populismo, porque asediado por el paro entregó una nueva bonificación del 6% para 2018, el 11% para 2019 y el 15% a partir de 2020. Más promesas con la chequera del sucesor.
Aunque son símbolo de bajeza política, el voto por tejas y mercados de algo sirve a quien lo vende impulsado por su necesidad; pero nadie come con una promesa. El populismo de campaña es una estafa, porque el ciudadano paga por adelantado su parte del trato, pero nunca recibe lo prometido.
Populista el Acuerdo Final. ¿Dónde están los 10 billones adicionales al presupuesto, en que está tasado su costo anual para los próximos diez años?, sin contar los gastos de reinserción de las Farc, a los cuales, “chambonamente”, a juicio del Comisionado de Paz, se les busca financiación en los recursos de las Farc para las víctimas.
Populismo disfrazar la realidad para mostrar una Colombia “a lo Pibe”, como calificó Sergio Clavijo al informe del FMI que comparte el optimismo gubernamental, mientras la corrupción y la mermelada se comen la plata de las promesas, el país está infestado de coca, la deuda pública externa llega a 72.000 millones de dólares; la producción petrolera se derrumba a 800.000 barriles, la balanza comercial es deficitaria en 3.300 millones de dólares, y al consumo se lo tragó la combinación de mínimo precario, inflación y reforma tributaria con IVA del 19%. Mejor no escribir en piedra promesas populistas.
@jflafaurie
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