Cuando un partido político reduce el número de senadores como resultado de las elecciones parlamentarias, obviamente pierde representación en el debate nacional. Comparar ese resultado con expectativas negativas que auguraban un resultado aún peor, no es el ejercicio correcto. Por consiguiente, así no quieran llamar las cosas por su nombre, el Partido Liberal es un perdedor en estos últimos comicios porque redujo su número de senadores a 14, cuando en sus peores momentos en la oposición al gobierno de Uribe había llegado a tener 18. A lo anterior debe agregársele la quemada de Arleth Casado, representante de una de las casas políticas más clientelistas y enredadas del partido en Córdoba. Esto debe tener de muerte al partido porque fueron muchos los votos, aunque cuestionados, que siempre le pusieron a este partido. De nuevo sigue siendo un partido perdedor, lejos, muy lejos, del que fue el glorioso Partido Liberal.

La pregunta pertinente es ¿hasta cuándo César Gaviria va a seguir dominando esta agrupación política cuando ha demostrado su inmensa capacidad para ir minando las fuerzas de este partido? Simplemente como una anécdota; por Arleth Casado quien le puso 70.000 votos a Rafael Pardo en la consulta del 2010, sacrificaron otros nombres que hoy seguramente le habrían servido a la verdadera ideología liberal. Pero ese es César Gaviria, con su infinito poder y su visión clientelista de hacer política: votos por encima de las ideas.

Es importante que se acepte que el hecho de que el Partido Liberal haya sido superado por Cambio Radical y obviamente por el Centro Democrático en el nuevo Senado de la República, es un señor fracaso que se adiciona a los ya múltiples que ha tenido la dirección del partido. Es hora de una verdadera renovación, de un cambio en sus directivas y sobre todo de tener claridad real sobre el norte que esta corriente política necesita en el momento actual.

Para nadie es un secreto que teniendo el partido, el mejor candidato en esta carrera presidencial, Humberto De la Calle, sus posibilidades reales, hasta ahora, las ha matado el pertenecer a este partido bajo la dirección de Gaviria. Muchos de los que inicialmente apoyaron a De la Calle, al verlo como candidato de esta colectividad que hoy representa el clientelismo y todos sus males, le retiraron el apoyo. Así mismo, otros esperan que ante esta realidad Humberto de la Calle abandone el liberalismo para recuperar el protagonismo y las posibilidades que se merece.

Por todo lo anterior y mucho más es fundamental que los liberales acepten que los últimos resultados son un fracaso y que por consiguiente es fundamental un cambio drástico en la dirección del mismo. Seguir viviendo derrotas hasta que el Liberalismo pierda su fuerza electoral y sea avasallado por nuevos partidos, sería un gran pecado para la historia de esta fuerza política, que en el pasado le dio mucho a la democracia colombiana. Perder curules en el Senado es un fiasco, ni más ni menos.

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