Se están tirando la paz. Así, en castellano. Sin hipocresía. Se están tirando la paz”, afirmó Humberto de la Calle hace pocos días. Revisar los oscuros laberintos de la historia colombiana puede ser aterrador, aunque es necesario. Ahí se encuentra la llaga del problema, la fórmula para salir del círculo vicioso. Ese acto –en apariencia simple y en profundidad tan complejo– nos daría claridad y entendimiento.
La violencia no es la base del problema, es una consecuencia. La raíz de todo este caos está en la injusticia social, la falta de reformas agrarias justas, el desconocimiento de la historia y sus conflictos. El inconveniente es que menospreciamos la realidad del país. Tal vez la desconocemos. Si ni siquiera somos capaces de diferenciar entre desigualdad y pobreza. Si creemos que el Estado está presente en Tumaco sólo porque la Fuerza Pública se manifiesta. Si pensamos que desarmar a una guerrilla y firmar un Acuerdo es la única solución u objetamos la importancia de este acontecimiento. Si negamos que los asesinatos de líderes sociales son crímenes sistemáticos. Si demeritamos el campo. Si no le damos prioridad a la educación y a la ciencia. Si dejamos que exploten nuestros recursos sin medir las consecuencias. Si ignoramos a las víctimas y no exigimos la verdad. Si legitimamos la violencia y consideramos que hay “buenos muertos”. Si no comprendemos que el narcotráfico no es únicamente un tema de guerrilleros, paramilitares y capos, sino también un problema de EE.UU. y del Estado colombiano. Entonces, es imposible imaginar un futuro en paz.
El Congreso saboteó el Acuerdo. Pocos políticos apoyaron el proceso, la mayoría lo destruyó. Incumplió el Gobierno y las Farc. Nos fallaron una vez más. Pierden nuevamente las zonas más vulnerables del país. Esa Colombia olvidada, esa que no vemos ni nos toca vivir. Se repiten los hechos. Es un déjà vu que se convierte en pesadilla. El Clan del Golfo (disidencia paramilitar) asesinó a policías que acompañaban una Unidad de Restitución de Tierras. Disidencias de las Farc, al mando de alias Guacho, mataron a tres periodistas ecuatorianos. La comuna 13 de Medellín está en crisis y se siente la angustia de revivir otra Operación Orión. En pleno posconflicto, quieren extraditar a los líderes de las Farc, así como hicieron con los líderes paramilitares, sin importar el proceso y a punto de borrar la verdad. Se crean grupos armados privados en zonas en donde el narcotráfico es protagonista. La descarada ausencia del Estado. En fin, lo mismo de siempre.
Si se comprueba que las Farc siguen delinquiendo, todo el peso de la ley debe caer sobre ellos; pero aquí en Colombia. No pueden desaparecer la verdad otra vez. Ya lo hicieron con los paramilitares. De nuevo, ¿es el objetivo?
No es el primer Acuerdo que se firma en el país ni la primera guerrilla que se desarma. No es el primer fracaso de un supuesto proceso de paz. El círculo vicioso continúa porque no se ataca la raíz del problema. Si seguimos en esta incomprensión de la realidad y de la historia estaremos atados a la violencia… condenados a un pasado perpetuo.
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@MariaMatusV
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