Palestra deportiva: Recordar es vivir o morir un poco
El cerebro y el empuje de tres campeonatos nacionales del béisbol del Atlántico se llamó Antonio Bríñez, hombre que sabía de pelota como el que más lo supiese en teoría.
Para los aficionados al grandioso deporte del béisbol, Atlántico tuvo un período que fue corto –tres años consecutivos– pero que pudieron haber sido de cinco en adelante de no haber hecho su presencia funesta y pícara de aquellos vagabundos que lograron su objetivo de impedirle a nuestro departamento que se hubiese consagrado con otras acciones ‘championables’.
El cerebro y el empuje de aquellos tres campeonatos nacionales, se llamó Antonio Bríñez, hombre que sabía de béisbol como el que más lo supiese en teoría, pero a la hora de concretar jugadas de extraordinaria habilidad, Bríñez era un hombre para dirigir la jugada cumbre del momento.
Bríñez tenía un ojo clínico para ciertas jugadas individuales, como la que facturó una noche en el estadio tomasino, en un partido decisivo para ganarlo o perderlo en un instante. Lástima grande como ya lo hemos descrito, como fue el robo o la pérdida del juego decisivo ante Bolívar, que no podemos citar nombres determinantes de una jugada grandiosa e histórica. Solo recordamos un séptimo inning en el que bateaba Bolívar, y venía al plato un bateador que es justamente el que no podemos citar con nombre propio, pero que era de una peligrosidad como pocas veces hemos visto en nuestra larguísima trayectoria en el periodismo deportivo.
En ese inning estaban embasados dos jugadores de Bolívar, en primera y tercera base. Bríñez salió de la cueva y pidió tiempo para acercarse al montículo, y poder dirigirse a gran parte de su infield y les dijo a su combinación de doble matanza, personalizados en ‘el Chino’ Herrera y Salinas, y al pitcher le indicó cómo podía dominar al bateador en turno, quien diciéndole a los dos (Salinas y ‘el Chino’) que se cerrarán un poco hacia la segunda base porque el bolivarense que bateaba era un productor de líneas sobre segunda base, que generalmente eran hit.
En efecto, el hombre metió una línea a un metro de altura, y ‘el Chino’ Herrera atrapó el batazo de aire y tiro de inmediato a primera, donde también sacó al corredor embasado que estaba abierto y no tuvo tiempo de volver indemne a la base. Un glorioso doble play, que puso un cero donde normalmente habría sido un batazo de hit empujador de carreras.
Todos estos recuerdos solo producen emociones a granel entre aquellos que presenciamos ese par de ‘outs’. Y evitó que la tercera victoria consecutiva de Atlántico no se hubiese producido. Si alguna jugada intermedia no hemos podido recordar en su fugaz grandeza, pedimos a nuestros lectores rendidas excusas por el tiempo transcurrido.
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