No se ha posesionado el presidente Gustavo Petro cuando, haciendo el ridículo, en las redes sociales y en algunos medios de comunicación, candidatos, vencidos desde la primera vuelta con votaciones pírricas, parroquianos, “influencer” y “periodistas”, se auto proclaman líderes de una oposición visceral con tufillo de revanchismo, impregnada de dolor e ignorancia, respecto del Estatuto de la Oposición, demostrativa de su odio hacia el mandatario electo.

La oposición política es medular en todo sistema democrático, por fortuna en Colombia está reconocida y regulada por la Ley 1909 de 2018, fruto de los acuerdos de la paz con la Farc, debido a que normativamente no existía. 

Se trata de una ley estatutaria que establece el marco general para ejercicio y protección especial del derecho de oposición de las organizaciones políticas y algunos derechos de las organizaciones independientes.

La oposición política permite proponer alternativas políticas, disentir, criticar, fiscalizar y ejercer libremente el control político a la gestión de gobierno, mediante instrumentos señalados en la propia ley, sin perjuicio del control de la sociedad civil.

Dentro del mes siguiente al inicio del Gobierno, los partidos y movimientos políticos con asiento en el congreso deberán optar por declararse en: oposición, independiente o de gobierno. 

Así mismo, la ley reconoce éste derecho propio a la fórmula presidencial, que resulte con la segunda votación más alta, accediendo con ello a una curul en el Senado y otra en la Cámara de Representantes.

Gustavo Petro Urrego ha sido defensor a ultranza de los Derechos de la oposición, sin duda llega a ser presidente especialmente por el ejercicio de una oposición crítica, inteligente y propositiva, razón suficiente para manifestar la apertura de su gobierno al control de oposición.

Según opinión de politólogos un interesante y positivo sistema de oposición es el Sistema Westminster, exitosamente en práctica en el Reino Unido, se trata del “Gabinete en la sombra” u “Oposición parlamentaria”. 

El Sistema Westminster se funda en un arraigado bipartidismo que asigna al líder de la oposición un rol como presidente del gobierno en la sombra, cuyos miembros se especializan en la oposición a cada uno de los ministerios del ejecutivo. 

Consiste en “nombrar” un ministro “gemelo o sombra” del titular del gobierno en turno. Este “gabinete” está integrado por parlamentarios de la oposición o grupos que no participan en el gobierno, quienes están liderados por el proclamado líder de la oposición, confronta, controla y hace seguimiento a la política pública de los ministros titulares del gobierno, ejercen un verdadero contrapeso al ejecutivo a través de críticas conocimiento, seguimiento, control y una férrea actividad proactiva frente a las políticas de gobierno, significativamente este sistema de oposición se orienta a controlar al ejecutivo desde el proceso legislativo y no a tirarle piedras como “loquitos” desde la redes y medios. Primero debemos educarnos para hacer oposición después.