La pandemia por Coronavirus ha generado en el mundo nuevamente la discusión con relación al tipo de Estado ideal.

Para algunos el capitalismo debe ser reformulado pues consideran que el neoliberalismo solo permitió ahondar más la brecha entre ricos y pobres. De cualquier forma por sus nefastos resultados el “enemigo a vencer” es la estatización de la economía.

Aunque la economía en la práctica está “estatizada”, a favor de unos pocos quienes se han beneficiado toda la vida de la economía pública: políticos profesionales, grandes industriales y la banca, históricamente como sanguijuelas se ha pegado de las finanzas públicas. Adicionalmente, la privatización de los servicios a cargo del Estado ha favorecido igualmente a una minoría que solo sabe vivir de las financiación del Estado y del pobre pueblo al que le han chupado la sangre, encontrándose cada vez mas empobrecido y anémico.

La discusión es más profunda, plantearla en términos de izquierda o de derecha, del castrochavismo o del paramilitarismo, es negar la siguiente verdad de apuño. De un lado, la corrupción de la derecha ha saqueado a los países latinoamericanos hasta acabarlos y sumirlos en las cifras más aterradoras de pobreza y exclusión. De otro lado, la administración de gobiernos con corte socialista o comunista, igualmente han sido corruptos y propiciadores de la misma pobreza para las grandes mayorías, tanto como son responsables de la corruptela los gobiernos neoliberales y/o capitalistas.

El único hilo conductor común a la administración pública de los sistemas de gobierno capitalistas y socialistas es el fenómeno de la corrupción con efectos de la mayor letalidad, inclusive superiores a los de la pandemia del COVID 19, que le quedan en pañales.

La pregunta medianamente inteligente que debe hacerse un ciudadano latinoamericano promedio es: ¿El Estado después de la pandemia para quién?

Para los mismos de siempre, quienes se han pasado el poder de padres a hijos o testaferros durante décadas, para que sigan “achicando” el Estado con su política neoliberal de privatización de todo lo público, financiación de la banca y de los grandes industriales, bajo la premisa “todos roban” y la de rateros “honrados” de estrato 10.

Lo cual en la práctica es la estatización de la economía corrupta que ha imperado por más de un siglo en casi todos los países latinoamericanos. Mientras que ese mismo Estado neoliberal inmoralmente inmisericordemente sigue promoviendo la agudización de la pobreza.

O elegimos a pseudo líderes, que solo esperan su turno al bate para igualmente que la clase política, partidos y movimientos tradicionales, aguardan como hienas del erario público su “oportunidad”.

Entretanto los más despistados, desinformados y sectarios, se pelean su migajita de poder. Latinoamérica merece un mejor futuro, es un momento especial de pandemia propicio para que cada uno de nosotros se informe, estudie y capacite, para asumir su responsabilidad histórica de cambiar el sistema de gobierno neoliberal. Pero para ello es indispensable empezar ´por aprender a votar libremente y en secreto. Eso es lo mínimo que debemos hacer como ciudadanos responsables del planeta y de nuestro propio futuro, llegó el momento de la sociedad civil. El tuyo y el mío.