Dólar de locos
Dura tarea es lograr conciliar la recesión de la economía mundial con las necesidades sociales ocasionadas por el déficit fiscal nacional. Factores como la guerra en Ucrania, el precio del dólar, la descarbonización de la economía, la devaluación y la propia recesión mundial, entre otros, conducen a un replanteamiento en la política económica propuesta por el presidente Petro.
Nadie puede afirmar que el alza galopante del dólar le es indiferente. Es claro, que en el continente americano el dólar constituye uno de los factores determinantes de la economía interna de cada país.
Tampoco nadie con cinco dedos de frente puede decir que un dólar al filo de los 5.000 pesos es responsabilidad absoluta de la gestión del presidente Petro con 73 días de gobierno.
Sin embargo, la polarización del país absurdamente invita. De un lado, a sacar provecho de la coyuntura determinada por un fenómeno de recesión mundial que apenas inicia, endilgándole a secas al nuevo gobierno su responsabilidad. Por otro lado, las tribunas se quedan en el discurso simplista de que el nuevo gobierno no tiene la culpa.
Es decir, si bien el presidente Petro no es responsable del alza desmedida del dólar. No es menos cierto, que, si es su obligación, enviar mensajes claros y adoptar las medidas económicas adecuadas, que den tranquilidad y seguridad al mercado interno como al externo.
Lo cual es tarea nada fácil, iniciando un gobierno que heredó un enorme hueco fiscal, y teniendo en cuenta los estragos de una pandemia que, al igual que la recesión económica, tan sólo comienzan.
Preocupa el alza del dólar como la oposición destructiva al gobierno. Se escucha decir que al presidente Petro le están dando de su propia medicina. Aquella que utilizó contra el expresidente Duque. Esta postura es totalmente mezquina hoy como lo fue ayer.
La oposición en momentos de crisis como el actual está llamada a ejercer un control político, que no la exime de la responsabilidad histórica de proponer para construir. Porque si en definitiva asume su papel extremo de oposición, debe ejercerla con verdadera “inteligencia” y no espetando veneno a todo lo que el gobierno decida.
Es muy sencillo entender que el alza del dólar puede llegar a ser el fenómeno económico que acabe con el mandato claro de cambio entregado en las urnas por el pueblo al presidente Petro.
Por ello, debe adoptar, de la mano del Banco de la República, con carácter urgente, las medidas macroeconómicas para, por lo menos, amainarle la velocidad del alza del dólar y controlar la inflación. Este es el verdadero desafío que en estos momentos la democracia le impone al presidente Petro.
Dura tarea es lograr conciliar la recesión de la economía mundial con las necesidades sociales ocasionadas por el déficit fiscal nacional. Factores como la guerra en Ucrania, el precio del dólar, la descarbonización de la economía, la devaluación y la propia recesión mundial, entre otros, conducen a un replanteamiento en la política económica propuesta por el presidente Petro.
Entre tanto, la oposición delirante le hace un flaco favor a los intereses más altos de la patria, asumiendo una posición irreflexiva, incoherente y ausente, ejercida dispersamente por cinco personajes autoproclamados voceros de una oposición que no existe, que dispara veneno cada vez que se pronuncia y solo se representan a sí mismos. En este contexto universal se necesita más que voluntad política el aporte de todos para enfrentar este “dólar de locos”.
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