La crisis sin precedentes generada por la pandemia del covid-19 tuvo grandes repercusiones sobre el empleo, la producción y empujó a millones de personas a la pobreza. Durante el periodo de recuperación económica es indiscutible que los mercados laborales superaran la pandemia con cambios importantes en términos de requerimiento de habilidades del capital humano; por lo que invertir en el desarrollo de aquellas destrezas necesarias para los puestos de trabajo del futuro se ha convertido en una necesidad urgente. Según un estudio realizado por el Banco Mundial, los programas de ciclo corto en América Latina- un tipo de programa de educación superior- son adecuados para afrontar dichos retos debido a su flexibilidad y capacidad de adaptación a nuevas realidades. 

Estos programas también conocidos como técnicos y tecnológicos son ampliamente atractivos especialmente para aquellos que no pueden acceder a estudios universitarios o que cuentan con un título de educación superior pero requieren de un tipo de formación específica, en su área de conocimiento. Además es más probable que los estudien mujeres; los mayores de 25 años; quienes residen en lugares menos urbanos y se sitúan en el 80% inferior de la distribución de ingresos; mostrando de esta manera, la capacidad que tienen de atender a una población que de otra manera no podría tener oportunidades de educación. Sin embargo, son menos comunes en América Latina que en el resto del mundo.  Solo el 9% de los estudiantes de educación superior están matriculados en carreras técnicas y tecnológicas, en comparación con alrededor del 30% en Asia Oriental.

Uno de los resultados más importantes de esta investigación, es que los programas de formación corta proporcionan mejores resultados en el mercado laboral que comenzar un programa de educación universitaria y no lograr culminar. De igual manera, se le asocian mayores retornos económicos dependiendo del tipo de programa, de la institución que lo ofrezca y el área del conocimiento. 

Para el caso de Colombia, el análisis realizado arrojó conclusiones significativas que coinciden con otras investigaciones que se han elaborado en el país sobre el mercado laboral y la incapacidad de incorporar su capital humano; y es la heterogeneidad laboral entre las distintas zonas geográficas del país. Existe un enorme desajuste geográfico entre la demanda y la oferta de graduados en programas de ciclo corto debido a que las empresas con mayor demanda por este tipo de educación se encuentran concentradas en ciertas regiones del país, que los nuevos graduados. 

Si bien lo anterior resulta preocupante, debe mirarse como una oportunidad para que los hacedores de política identifiquen y comprendan por un lado, que hace que los programas de corta duración sean buenos y pertinentes; y por el otro, el apoyo a las regiones de Colombia para lograr cerrar brechas no solo educativas sino también del mercado laboral. La recuperación económica en los próximos años dependerá en gran parte de la formación complementaria y la readaptación profesional de la mano de obra.

Pero eso solo sucederá en la medida en que se logren ofrecer programas con formación de alta calidad que responda de manera flexible al mercado laboral y se adapten a las diferentes necesidades económicas regionales. 

* Directora de Fundesarrollo