Cuando se efectuaron las ultimas elecciones presidenciales para la segunda vuelta entre los candidatos Duque y Petro, a las pocas horas ya se conocía el resultado del ganador y el perdedor, Petro que es un hombre inteligente, cometió un acto verbal propio de una persona que no es inteligente: manifestó destilando hiel –como bien lo definió brillantemente mi vecino de columna Roberto Zabarain– que desde ese mismo día asumía la dirección de la oposición en el Congreso, adonde llegará por derecho propio al obtener el segundo lugar, y que los ocho y medio millones de votos lo prepararían para hacerle un frente de contradicción al ganador Duque. A nuestro juicio y al de muchos comentaristas de opinión del país, cometió un gran error.
En primer lugar, lo que hizo desde ese instante es sembrar la cizaña, la amenaza, el rencor, la venganza contra un ganador limpio. Le faltó grandeza. En Colombia no acabamos de salir de un estado de guerra mental y estamos inmediatamente abriendo otro frente. Estos líderes modernos confunden rabia, guerrerismo, confrontación permanente, con un estatuto de oposición constructiva donde la crítica seria, sana, el señalamiento de equivocaciones pueden corregirse con observaciones, con contribuciones a procurar arreglar los problemas. Deberían leer al maestro Duverger y aprender algo de lo que es oposición democrática decente y altruista en beneficio de un país y no en contra de su progreso.
En segundo lugar, Petro anuncia oposición inmediata. Preguntamos: ¿a qué se va a oponer si todavía no hay contenidos porque el gobierno nuevo no ha empezado a actuar? ¿A qué se va a oponer, a lo que se imagina que va a suceder? ¿A lo que supone que se puede heredar del gobierno actual? ¿O va a inventarse motivos y circunstancias para formar una comedia en un teatro lleno de vítores que aplaudan sus iniciativas?
Fuera de esto es básico definir que Petro se sintió dueño enseguida de su derrota de ocho millones y medio de votos. Está equivocado. Él tiene, suyos propios, paridos de su estrategia, sus ideas y su cauda política la votación de la primera vuelta cerca de cuatro millones. El resto es de gente muy seria, muy consistente en política, dueña absoluta de su electorado por quien ha luchado, que no endosará ese caudal electoral por el simple hecho de que se aforó circunstancial y temporalmente a una causa de oposición electoral, pero son personajes que tienen sus movimientos y partidos autónomos, independientes, que no van a seguir ciegamente ni a Petro ni a nadie porque tienen sus propios criterios, simpatías, preferencias, inclinaciones ideológicas.
Es el caso del doctor Mockus, de la doctora López, de varios partidos minoritarios que en algún momento dado no pueden sumarse en el Congreso a un caudillismo ecléctico y un tanto narcisista que pretende liderar el señor Petro. Son gente seria que no estuvo de acuerdo con los planteamientos y circunstancias políticas de Duque, pero no endosan tan fácilmente su autonomía e independencia. De este modo es mejor para el país que desde diversos ángulos se pueda crear una línea de oposición constructiva contra Duque, que tenga una visión más global y menos parroquial, cargada de veneno, como la que pretende el candidato derrotado.
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