La llamada “cultura de masas” valora conocer lo más secreto que habita la vida de los poderosos y de las estrellas de farándula, sobre todo sus espacios más íntimos. Y se emociona esa misma “cultura” con las confrontaciones, los dramas, las rupturas, los conflictos de toda índole. ¿Mandato biológico? El periodismo busca, enfatiza, replica como noticia esta clase de informaciones porque la masa, esa multitud homogénea que el periodismo ha ayudado en gran medida a construir, así se lo demanda.
Se trata de un círculo cerrado, vicioso, justificado no tanto por premisas culturales o de información sino por las de una política de mercadeo omnipresente: “Al público, lo que el público quiere”. La democracia, en fin, como justificación o coartada. A los del mercado debe parecerles asunto de dictaduras el brindar información que la gente necesite.
Nada más fácil que anticipar con horror el día absurdo en que la democracia decida, por ejemplo, los contenidos de pénsums y programas en escuelas y universidades. Imagínense a los muchachos decidiendo, escogiendo, sus clases y asignaturas.
A esto debemos añadir que cuando tratamos de divulgar conocimiento, hechos culturales o artísticos, por ejemplo -esenciales para ayudar a los jóvenes en su crecimiento intelectual- solemos encontrarnos al colega de prensa o de televisión que nos recuerda el “deber” de convertir aquella información en noticia, como si no lo fuese toda en abierto contraste con la ignorancia masiva que también hemos hecho nuestra.
Es obvio que el colega se refiere al primer abanico de opciones que mencionábamos y debe creer que si entrevistamos desnudo al escritor o lo exhibimos peleando con el músico, si buscamos y develamos con ahínco aquello que ambos ocultan, si logramos que el tenor nos cuente la vida que lleva con tres mujeres o si el guionista ahí mismo, paf, se nos muere, podrá el colega dar media página o minuto y medio de su noticiero a la cultura. En estos casos, para esa misma cultura de la bárbara morbosidad, que salta y se riega como verdolaga en playa cuando la otra, la de la civilización y la convivencia, no echa ya raíces ni progresa.
En el marco teórico de estos comunicadores del siglo XXI, lo cultural sólo es noticia cuando aparece lejos de su propia área, en páginas o secciones judiciales, sociales o de miscelánea, donde suelen destacar su anomalía y desvestirla de su verdadera condición y riqueza.
Por eso la actitud que se requiere ha de ser transgresora y generosa. Importa fortalecer la memoria y la tradición, hallar utilidad y divertimento en el estudio de personajes históricos, cultivar el placer de la buena lectura, ahondar en las razones que motivaron ciertos fenómenos, conocer los métodos y los procesos de creación, etc., y esto demanda, en medios y en redes, un verdadero esfuerzo de periodismo, un regalo casi nunca pedido por el receptor pero agradecido a la larga por el ser humano que aspira, dentro de él, a seguir creciendo.
Más Columnas de Opinión
¡Afinia nos tiene locos¡
Uno de los problemas más grandes que está afectado a los habitantes de la región caribe es el alto costo de los servicios públicos domiciliarios especialmente el servicio de energía. Desde hace muchos años la costa caribe ha recibido un serv
La Salud entre líos
Aunque los profesionales de la salud, tengamos como principios fundamentales, el de proporcionar nuestros conocimientos, voluntad, deseos, y en general permanecemos con todas nuestras fuerzas, puestas al servicio de las comunidades y personas, de
¿Qué hacer con las tarifas de energía en la región Caribe?
Las altas tarifas de la energía en el Caribe son un problema social. La afirmación de que mes a mes cientos de miles de familias comen o pagan la luz no es lejana de la realidad. El recibo se puede llevar la cuarta parte de los ingresos de las f
La Bestia – El temor a amar
La última película del aclamado director Bertrand Bonello (Saint Lorent, Nocturama) incursiona en el género de ciencia ficción mientras explora las complejas relaciones de pareja a través de un romance que trasciende distintas épocas histór