Sé que serán muchos de mis amables lectores los que dirán “eche, Nicolás como que no tiene otro tema que el de la bendita autopista Barranquilla – Ciénaga”, a lo cual debo responder que sí tengo más temas, pero que como no soy periodista sino alguien que quiere aportar a nuestra ciudad y región, me toca escoger con cual puedo lograr más. Aunque resulta innegable que desde una columna no es que pueda lograrse mucho, pero quizás sí generar nuevas inquietudes y mantenerlas vigentes, porque aquí los entusiasmos pasan, y pasan rapidito.
Los barranquilleros y atlanticenses no podemos permitir que se siga dilatando la construcción de la mencionada autopista, pero debemos así mismo exigir que en esta se diseñen elementos y obras que son súper claves para resarcir estupideces del pasado, como lo fue el taponamiento del caño Clarín, el original, para evitarse en ese entonces la construcción de un puente sobre este. Así mismo, hay que partir de una realidad que me gustaría la analizáramos entre todos, y es la siguiente: Si la isla de Salamanca, parque natural (solo de nombre), es hoy toda una gran área idéntica a lo que esta era hace 30 años, y supuestamente ahora la ministra dice que se ha encontrado la forma de construir la cacareada autopista, ¿queda demostrado, sí o no, que esa vía pudo haberse construido hace 20 años o más? Si la respuesta es sí, entonces: ¿Quiénes son más responsables de esa perversa demora, los cachacos, incluyendo costa-cachacos, ministros y funcionarios, algunos oriundos de esta región, que se opusieron a esta por décadas con falsos argumentos, o quienes debieron representarnos y que no fueron capaces de exigir lo que nos correspondía? Y se preguntarán, ¿por qué seguir insistiendo en esto si pareciera que ya hay luz verde para ese proyecto? Precisamente porque para la Costa y para Barranquilla en particular, no hay vaina más natural que el semáforo verde cambie a rojo en un santiamén, pero después, para que este vuelva a cambiar a verde tarda décadas. Por eso. Y solo por eso, deberíamos solicitar información de qué se hace diariamente en el ministerio por ese proyecto. Volvernos cansones, si es necesario, y convertir en noticia negativa la demora, y en positiva los adelantos.
Viajé a Holanda el año pasado y recorrí parte del dique Afsluitdijk, que conecta el norte de Holanda con la provincia de Frisia, en los Países Bajos, este tiene una longitud de 32 kilómetros, un ancho de 90 metros y 7 metros de altura sobre el mar, y con este Holanda le robó al Mar del Norte una cuarta parte del país, sin viaductos. Y la pregunta obvia es: ¿Si Holanda pudo construir un dique de 32 kilómetros dentro de un mar tan bravo, no podremos los colombianos construir un mini diquecito de 2 o 3 kilómetros, no para robarnos parte del mar, como allá, sino para impedir que este nos robe un pedazo de tierra? El guía profesional que enseña ese dique holandés nos recordaba que el mar está confinado entre las orillas, sean estas naturales o construidas por el hombre, y si estas son bien resistentes, hasta estas orillas llega el mar. Eso no tiene discusión. ¿Y pueden ustedes, amables lectores, imaginarse cuál es la diferencia de valor entre esta solución y el cacareado viaducto? Pues, ha sido la suficiente para que la vía ya se hubiera construido hace años, o para habernos engañado por décadas. Desafortunadamente ha sucedido lo segundo. Así de fácil y así de cierto. De nosotros dependerá entonces que nos sigan viendo, o no, cara de pendejos.
nicoreno@ambbio.com.co
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