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Opinión

¿Qué tal que no…?

 Hoy por hoy, cuando Colombia sufre el más crudo invierno de las últimas décadas, todas las ciudades del país muestran inundaciones y deslizamientos de laderas, daños de calzadas, etc., y la nuestra no podía ser la excepción, pero inclusive, en menores proporciones que otras capitales que jamás tuvieron los temibles arroyos que nos atemorizaban a los barranquilleros. 

on el invierno que estamos viviendo este año, ¿qué tal que no se hubieren canalizado los más peligrosos arroyos de Barranquilla? ¿Cuántos hubieran sido los muertos a buscar en el río Magdalena? ¿Cuántas las pérdidas por vehículos arrastrados, por las casas y los comercios inundados, por las calles destrozadas, por las horas perdidas, ocasionadas por la incomunicación total que sufría la ciudad? Además hay que recordar la pésima imagen de Barranquilla ante Colombia y el mundo, lo que siempre fue un factor de estigma, porque nuestra querida curramba siempre era noticia de negativo impacto en todos los inviernos. 

Definitivamente, muy difícil evaluar el enorme beneficio logrado con ese ambicioso proyecto del Distrito en estas últimas administraciones, pero hay que reconocer que ha sido definitivo, porque una es la Barranquilla de antes, con sus mortales arroyos y otra la actual, así falten algunos por canalizar, como el de la calle 85, para ser puntual. Hoy por hoy, cuando Colombia sufre el más crudo invierno de las últimas décadas, todas las ciudades del país muestran inundaciones y deslizamientos de laderas, daños de calzadas, etc., y la nuestra no podía ser la excepción, pero inclusive, en menores proporciones que otras capitales que jamás tuvieron los temibles arroyos que nos atemorizaban a los barranquilleros. Y porque lo anterior es una verdad incuestionable, es que hay que ser realistas, no maximizar y culpar por los problemas aquí causados por este crudísimo invierno, sino por el contrario, saber agradecer porque quienes han estado al frente de la ciudad sí lograron minimizar un problema que parecía no tener solución posible. Recordemos que nuestra ciudad cuenta con tres vertientes muy definidas, y unas características urbanas también muy diferentes dependiendo de los sectores de la misma. Barranquilla nació en la zona del centro y suroriente, y se fue urbanizando sin alcantarillado pluvial, pero el gran error fue no haber respetado los cauces naturales de escorrentía del terreno para que siempre fueran eso, cauces por los que deberían fluir las aguas lluvias hacia el río y los caños. Pero no, los diferentes urbanizadores, por avivatos, e irrespetando a la madre naturaleza, optaron por aprovecharlos como calles y carreras. Al principio la cosa no parecía grave porque una ciudad de calles de arena y grandes patios, ofrecía mucho terreno permeable, pero la urbe fue creciendo, sus calles y andenes se pavimentaron, los patios y jardines se redujeron, así, con superficies cada vez más impermeables, se fueron incrementando las escorrentías hasta convertirse durante los aguaceros torrenciales, en verdaderos ríos que arrasaban con todo. Por eso la totalidad de sus arroyos canalizados, son kilométricos box-culverts debajo de sus calzadas.

En el suroccidente, en cambio, por ser un territorio originalmente de invasión, los pobladores iniciales, por físico temor, sí respetaron más los cauces de esas escorrentías, y es por esa razón que jamás por esos lados un arroyo ha arrastrado a un vehículo, y es por eso también, que sus arroyos han sido canalizados como canales abiertos, con puentes que los atraviesan. Responsabilizar a las últimas administraciones de recientes inundaciones aledañas al caño de la Ahuyama, es desconocer que estamos viviendo un invierno atípico, y no aceptar que los niveles actuales del río y de los caños está superando el de sectores muy bajos que fueron construidos hace muchísimos años, o invadidos en épocas más recientes. 

Yo, personalmente, sí les agradezco públicamente a quienes lo lograron.

nicoreno@ambbio.com.co

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