Desde pequeños repetimos esa frase que encierra una realidad inobjetable que se le puede acomodar a muchas situaciones, y es que la primera impresión siempre será de tremenda importancia, tanto cuando es positiva, como cuando es lo contrario, e inclusive cuando es ni fu, ni fa. Hoy me referiré a dos situaciones totalmente diferentes, como lo son, la primera impresión de aquel viajero, extranjero, colombiano, barranquillero, incluyéndose uno mismo, cuando llega a nuestra ciudad utilizando el aeropuerto Ernesto Cortissoz, y la de quien llega también por avión, pero utilizando el aeropuerto Olaya Herrera de Cartagena.

Comencemos la comparación por la segunda opción de muchos viajeros, como lo es la del aeropuerto de Cartagena, hoy con muchísimas más frecuencias nacionales e internacionales que el nuestro. Desde que sales de Crespo, se toma una autopista de doble calzada, si se desea, se pasa por un túnel, después por un prolongado viaducto desde no se ven ni los ranchos de La Boquilla, mucho más adelante se estrecha la vía a una calzada, pero en líneas generales, muy aceptable, sin tráfico pesado y por áreas agradables, hasta que entrando por la Autopista al Mar a Barranquilla, se aprecia una ciudad que dentro del contexto latinoamericano, causa una muy buena impresión a cualquier viajero.

En contraste, cuando se arriba al Ernesto Cortissoz la mala impresión se genera desde el mismo aeropuerto porque cualquiera imagina que una ciudad como la nuestra se merece una terminal aérea de una magnitud y un diseño muy superior a lo que hoy tenemos, pero cuando se sale de esta, la situación empeora. Un cruce con semáforo en vez de un paso a desnivel sobre la calle 30 nos muestra que hemos llegado a una población de medio pelo, y ya sobre la mal llamada autopista, se confirma la mala impresión, una vía caótica, sin el menor atractivo en su diseño, ni en su separador central, ni a los lados, con un tráfico que es lo más parecido a un relajo, las tricimotos zigzagueando. En ese tramo no se salva nada. Si tomamos la Circunvalación, desde la 30 hasta Murillo es un desastre, y desde ahí hasta la 38, una colcha de retazos, atravesando sectores muy deteriorados. La otra opción: Circunvalar de la Prosperidad, pero para tomarla hay que atravesar un tramo de la calle 30 en Malambo, allí se repite lo de Soledad, pero con más basura a los lados de la vía, y hay que tomar la angosta variante hasta el cruce de Caracolí, que no está en las mejores condiciones.

Una tarea obligada del próximo gobernador y alcaldes de Barranquilla, Soledad y Malambo, será la de mejorar sustancialmente esas vías, única manera de generar un positivo impacto a los viajeros, porque la primera impresión es definitiva y hoy  desde el Ernesto Cortissoz es terrible por donde uno decida.