¡Fantástica! Esa es la primera expresión que se me viene a la mente cuando pienso o hablo de este maravilloso desfile de nuestro precarnaval. Como todos los años, y ojalá me queden muchos para seguir disfrutándola, recorrí a las nueve de la mañana de ese mágico viernes, un tramo de la carrera 44 para buscar el sitio ideal para gozarme la Guacherna con Amira y un grupo de amigos. Pero terminé escogiendo el mismo de años anteriores, en la esquina de la calle 68, acera sur para evitar el sol de la tarde. A las 4 pm ya estábamos los ocho muy cómodamente sentados y aprovisionados de whisky, hielo, soda y picadas, listos para las 4 horas de “calentamiento”, que entre trago y charla, se pasan volando, viendo a disfrazados y a verdaderos artistas del rebusque que divierten al público, todos buscando su recompensa en cash. Por eso mismo es que voy aprovisionado de una buena cantidad de billetes de $2.000 para “premiar” a cada uno.
Este año el primer grupo pasó frente a nosotros a la 7:30 pm, el último a las 12:30 am. Cinco horas de alegría, apreciando y gozando al ver de cerca a las reinas, al sentir la música contagiosa con sus diferentes ritmos, las papayeras, los grupos de millo, las orquestas en sus camiones decorados, los bailes con coreografía, admirando los bellos disfraces, a las mujeres hermosísimas, en fin, un derroche de imaginación y de tradición, sumado a un público alegre y festivo con el que nos fundimos, ¡como si todos nos conociéramos desde hace años! Por eso, y por ser un desfile nocturno que se goza en la calle y con una temperatura ideal, cerca de todos, es que insisto en que la Guacherna es lo máximo, y este año el público, por lo menos donde nos ubicamos nosotros, se quedó hasta el final del desfile.
Solo me quedaron tres inquietudes que pienso que podrían mejorarse para los años siguientes. La primera: La carrera 44 tiene exactamente 12 metros de ancho, pero oficialmente no se permiten sillas en la calzada, solo en los andenes, y estos a lo largo de esa vía son muy angostos. Todo el público tiene entonces por obligación, que “acomodarse” en ese estrecho corredor de espacio tan limitado, lo que a su vez limita la capacidad de asistentes, y castiga con permanecer estrujados e incómodos a quienes ven la Guacherna de pie, así como dificulta el libre tránsito peatonal hasta para ir a un baño. Con 12 metros de ancho de calzada hay espacio suficiente para permitir una hilera de sillas sobre la calle, a cada lado de la 44, quedando 10 metros para el desfile lo cual es más que suficiente, y como este tiene 2.3 kilómetros de recorrido, restando las boca calles, quedarían unos 2.000 metros de calzada habilitada, pero como sería en ambas aceras, totalizaría 4.000 metros, en los que cabrían unas 7.000 sillas adicionales, además de liberar un poco el espacio detrás de estas para el público que no alquila sillas, y para el libre tránsito peatonal.
La otra inquietud es que si este año la Guacherna duró 5 horas y los últimos pasaron por la calle 68 a las 12:30 de la madrugada, ¿A qué hora llegaron estos a la Casa del Carnaval? Súmenle y tendrán la respuesta. Supongo yo que los danzantes y músicos, ¡llegarán molidos! Y Me pregunto: ¿sí se quedarán algunos espectadores ubicados en la calle 53, hasta que se termine el desfile? Y una última: ¿Por qué, si está prohibida la espuma, los policías no decomisan esos tarros al público? Así educarían a los papás alcahuetas, para que sus hijos pequeños no afecten a los demás. Pero insisto: ¡La Guacherna es lo máximo!
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