El populismo llegó para quedarse. En el norte, en el sur, en el este o el oeste. No es una situación coyuntural, es la decadencia de la política, se ha convertido en la mayor amenaza para la democracia moderna. En ese contexto vacío, el populismo a través de la confrontación por raza, etnia, identidad sexual, ideología política, condición social u otras, logra darle sentido, propósito y pasión a los ciudadanos, creando una polarización imposible de negar.
Hablar de política con la familia o con los amigos se convirtió en tabú. Cualquier comentario de derecha o de izquierda es atacado con odio, o completamente ignorado. La polarización nos ha llevado al punto de cuidarnos en cada comentario realizado, para evitar dañar las relaciones, y nos está atrofiando la capacidad de tener un pensamiento crítico.
Este domingo será elegido presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, una persona que –más allá de sus convicciones económicas– piensa que los pobres solo sirven para votar, que las mujeres son inferiores al hombre, que los afrodescendientes no sirven ni para procrear y que la tortura es viable si logra sus objetivos. No dudo que él piense así o que hay muchos brasileros que también piensan de esa manera. Pero, ¿serán mayoría?
Prefiero creer que no, que a los brasileros realmente sí les importa que quien los llegase a representar piense de esa manera, ya que lo contrario significaría que prefieren vivir en total anarquía y que la mayoría de ellos no son capaces de tener compasión por los más vulnerables.
Pero entonces, ¿por qué va a ganar por tan amplio margen? Porque hoy Brasil es un circo. Un Lula condenado por corrupción queriendo ser candidato y unas favelas miserables que predican exclusión y olvido. Una bomba atómica que llevará a los brasileros a obviar que quien los va a representar tiene posiciones éticas, inclusive más deleznables de aquellas que pretende combatir. El cambio por el simple hecho del cambio. ¿Es que acaso no se puede ser diferente sin tener que discriminar, sin agredir, sin dividir?
La democracia como es concebida busca la tolerancia y el respeto entre los que ganan y los que pierden. Si esta premisa no se cumple, el país queda a la deriva, dividido, polarizado y muchas veces con daños irreversibles que convierten el cambio en un infierno que despedaza al país desde sus mismos cimientos (pobre pueblo de Venezuela). En estas discusiones inútiles y mezquinas perdemos de vista lo fundamental, que es el cómo solucionar los problemas de la gente o cuál es la sociedad que queremos construir.
Este domingo en Brasil la división se profundizará. Abriendo el periódico todos los días, esta historia se me hace cada vez más parecida. Evitemos que esto nos pase a nosotros en las próximas elecciones.
Presidente Duque, escuche atentamente el consejo del Papa Francisco y enfoque todos sus esfuerzos en unir el país, ese será su principal legado.
Más Columnas de Opinión
Junior y la sanción a Jorge Duarte
En los más de cuarenta años que he estado en la industria de los medios de comunicación, el fútbol siempre ha sido la misma historia. Los temas del Junior de Barranquilla, por partidos accidentados y fallos arbitrales, siempre se maximizan y s
La pobreza energética, un mamotreto de tareas
De Mamotreto, del latín mammothreptus, cuyo significado literal es criado por su abuela, deriva “abultado o gordito”, por la creencia de que las abuelas crían niños gordos. Hoy tiene tres usos: armatoste (objeto grande), libro o l
A cuidar las marchas
Las marchas y manifestaciones han desempeñado un papel crucial en la dinámica de los cambios sociales a lo largo de la historia. Estos eventos han sido catalizadores potentes para transformaciones sociales y políticas, y van más allá de la le
¡Lee la naturaleza!
Para quienes compartimos que Dios es el creador del universo y de la vida o para quienes no lo aceptan, lo único claro es que, de todos los seres vivos existentes en la naturaleza, el único que tiene la capacidad de comunicarse con sus semejante