El arranque del año
Difícil –pero no imposible– mantener el optimismo en medio de este desesperanzador comienzo de año.
Los titulares a seis columnas de la prensa mundial se debaten entre la asonada de los seguidores de Trump al Congreso de los Estados Unidos, la aparición de nuevas cepas del coronavirus –y con ellas, nuevos picos y muertes–, las estrictas cuarentenas decretadas por varios países y, por último, la lentitud en el suministro de las vacunas en los países que ya las tienen disponibles.
Las vacaciones y la vacuna coincidieron en el tiempo y crearon una falsa y contraproducente sensación de normalidad. Pero más allá de esto, hay que decir con toda claridad que la vacuna –que se demorará en llegar a Colombia hasta febrero, según lo dicho por el Gobierno– no es la panacea. Aunque una persona vacunada se protege frente a la enfermedad, no hay ninguna garantía que deje de transmitirla. Además, la más reciente cepa –surgida en Suráfrica– ataca la inmunidad de los más jóvenes, lo cual es altamente preocupante en países con demografías como la nuestra.
En el campo económico, las noticias –relegadas a las páginas interiores–indican que tanto el cierre de 2020 como la recuperación en 2021 serán peores a lo esperado hace unos meses.
Estas han sido las noticias con las que nos ha recibido el 2021. Y no llevamos ni diez días.
Sin embargo, soy de los que piensa que, pese a todo esto, las cosas van a mejorar especialmente si nos mantenemos en modo 2020. El peor error es pensar los problemas quedaron atrás gracias a la vacuna y al nuevo año.
Esto significa que las medidas de prevención deben mantenerse como prioridad. Pensémoslo así: casi cuarenta años después de su aparición, el uso del condón sigue siendo la mejor forma de prevenir el sida. Preparémonos para usar tapabocas, como mínimo, todo este año y seguramente varios más. La vacuna va ayudar, sin duda, pero su avance será lento. Mientras tanto, tapabocas, distanciamiento y evitar concentraciones seguirán siendo nuestra mejor línea de defensa.
En el campo político, los eventos de los últimos días han dejado en evidencia que las sociedades avanzadas no están inmunes frente al otro virus: el de la infodemia. Utilizar la mentira y la desinformación como instrumentos políticos no tuvo un buen desenlace para Trump, a quien solo le quedan once días en la presidencia y muchos problemas por delante. Los excesos, entre ellos el uso de la fuerza –que eran previsibles desde hace mucho tiempo– han demostrado la necesidad de recuperar la política de la moderación y la sensatez.
Bajo la administración Biden, con mayorías demócratas en el Congreso, se tendrá más éxito en controlar la pandemia y vendrá un nuevo paquete de estímulo económico que ayudará a impulsar la reactivación con especial énfasis en el desarrollo de las energías limpias y la reducción de emisiones de carbono. De paso, se reivindicará una forma de gobernar, donde los hechos y la evidencia desbancarán a la intuición y la mentira.
Si las cosas salen bien en Estados Unidos podrán perder fuerza quienes desde extremos opuestos han tratado de emular a Trump, como Bolsonaro en Brasil y López Obrador en México.
¿Qué significa todo esto para Colombia? Ojalá estos cambios lleguen a tiempo a nuestro país cuando empezamos a prepararnos para el proceso electoral que concluirá en 2022. Con una situación social y económica muy deteriorada debido a la pandemia, lo que el país requiere es una dosis de audacia, confianza y coraje, y no de una nueva confrontación entre amigos y enemigos de la paz, y mucho menos la versión colombiana del socialismo del siglo XXI.
2021 será un buen año si la pandemia cede, la economía inicia su recuperación y el centro gana espacio en nuestro escenario político. Esperemos que así sea.
PD. Roberto Junguito fue un querido colega, mentor y amigo. Habrá oportunidad de destacar sus valiosas contribuciones al entendimiento de nuestra economía, incluyendo el café y la historia, y el impecable manejo que le dio a los asuntos públicos. Pero, más allá de sus legados, perdemos una voz sincera y clara, con una calidez insuperable para hacerse escuchar e influir.
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