La contemporaneidad se ha encargado de especializar las diferentes áreas del conocimiento. En la actualidad, existen distintas especializaciones, maestrías y doctorados. La academia brinda miles de posibilidades y la situación laboral exige cada vez más. Cuanto más se preparen las personas, mejores opciones laborales conseguirán. O bueno, eso es lo que nos hacen creer. Lo cierto es que en un país en donde la educación de calidad es un lujo que poseen unos cuantos, es muy difícil alcanzar los estándares que demanda el mercado. 

A pesar de la situación de vulnerabilidad por la que atraviesan la mayoría de ciudadanos, estos encuentran la manera de estudiar algún pregrado y especializarse. Así se endeuden sin ni siquiera tener su primer empleo, arriesgan todo lo que tienen por aspirar a un futuro mejor. Las preguntas son: ¿Hasta qué punto la preparación, el talento y el mérito son fundamentales a la hora de conseguir un puesto en Colombia? En un país que saborea la mermelada y está acostumbrado a pagar con favores burocráticos, ¿sí es posible aspirar a buenos cargos sin palancas? Un joven graduado de la Universidad Nacional, sin ningún tipo de contactos, ¿puede competir con un joven egresado de Georgetown University, quien además es hijo de un empresario reconocido? ¿Las empresas realmente contratan al mejor o al que más les conviene? El nuevo Gobierno nos recuerda que tal vez ser recomendado es la opción correcta. 

Llegó un nuevo año y las suspicacias no se hacen esperar. El presidente Duque firmó el decreto que delega a Claudia Ortiz como nueva directora de la Agencia de Desarrollo Rural. El anuncio se hizo el 28 de diciembre, pasadas las ocho de la noche. La inexperiencia de la señora Ortiz para ejercer el cargo, las supuestas modificaciones en su hoja de vida y los constantes ataques al Acuerdo de Paz y a la oposición son razones suficientes para cuestionar la decisión del presidente. Una funcionaria que tiene sesgos políticos e ideológicos no debería ser la directora de una las agencias claves en el proceso de paz. 

De igual manera, es inaceptable su falta de experiencia. El cargo requiere de una persona idónea y especializada, no de un personaje a quien pareciera se necesita pagarle un favor burocrático; un personaje que no cuenta con los méritos requeridos para asumir tremenda responsabilidad. La manera en que se llevó a cabo el nombramiento es tan errónea como el mismo hecho. 

Por otro lado, el presidente tampoco ha acertado en varios de los nombramientos a los cargos diplomáticos. Sobresale la falta de experiencia de algunos de los designados. Por ejemplo, Federico Hoyos fue nombrado embajador de Canadá sin ninguna experiencia diplomática. O Pedro Agustín Valencia como cónsul en Miami tampoco cuenta con antecedentes diplomáticos. Pero claro, es el hermano de Paloma Valencia. 

Es inaceptable que exista tanta gente preparada y escojan a personas sin experiencia. Ahora, es importante recordar que el mismo presidente de Colombia no cuenta con la experiencia necesaria para ejercer el cargo más importante del país. Él también es un recomendado de un hombre poderoso. Las consecuencias saltan a la vista. En menos de seis meses de mandato, el país se le sale de control. Las palancas y los favores burocráticos también son una forma de mermelada y corrupción, así algunos traten de justificarlo. 

@MariaMatusV