En Colombia, la oposición ha sido estigmatizada y silenciada. No es un tema del presente, es la realidad de la historia nacional: amenazas, persecuciones, asesinatos. Incluso, el exterminio de partidos políticos (la UP y el Nuevo Liberalismo). Comentar que a los defensores de paz y de la transformación social los quieren callar, no es un debate actual. Dichas afirmaciones no son resultado de la victimización o del doble rasero. Son hechos que persiguen a quienes luchan por la vida y la justicia social. Esto no pasa con todas las oposiciones. En eso tenemos que ser claros. La oposición que quieren borrar es la que se ubica a la izquierda o al centro del espectro político. La misma que protege el Acuerdo de Paz; da prioridad a la educación y combate la corrupción. Esa oposición que no hace parte del establecimiento. Por eso aparecen los cuestionamientos. Por eso el miedo es una constante. Por eso la democracia es tan frágil. Durante décadas, han intentado desaparecer al opuesto que va en contra de la élite corrupta y mafiosa. Han intentado ahogar su eco.
Ángela María Robledo –fórmula vicepresidencial de Gustavo Petro en las pasadas elecciones– perdió la curul que le concedió el estatuto de la oposición. Pasaron veintisiete años antes de que se estableciera el estatuto. Solo hasta el año pasado fue posible gracias al Acuerdo de Paz. El jueves 25 de abril, el Consejo de Estado anuló la curul de Robledo por doble militancia. Sin embargo, su curul tiene un procedimiento diferente, ya que no fue consecuencia de una elección popular para ser congresista. Es una curul que da por primera vez la oportunidad de implementar el estatuto de la oposición. Más de ocho millones de personas votaron por Ángela María Robledo y Gustavo Petro. No es solo un tema jurídico, también es un asunto político.
Es importante recordar que Robledo ocupó la curul por mandato constitucional. Los fallos del Consejo de Estado se respetan y se acatan, pero eso no quiere decir que no sean discutibles. En el fallo se ignora el proceso de transición en el que estamos. El caso de la congresista merecía una valoración rigurosa que favoreciera al estatuto; el tema de la doble militancia es controvertido y no podía analizarse de forma laxa. Dicha curul ni siquiera admite reemplazo. Es un derecho constitucional.
También es inevitable preguntarse: ¿por qué en otros sucesos, en donde determinados políticos infringen de manera evidente la ley, los fallos no se resuelven de inmediato o se definen a la ligera? ¿Qué pasaría si la oposición fuera el Centro Democrático? ¿Si Iván Duque y Marta Lucía Ramírez hubiesen perdido las elecciones y obtienen este derecho? ¿Si la curul se la quitan a alguno de los dos? ¿Les parecería un fallo justo? ¿Defenderían el estatuto de la oposición?
El caso de Ángela María Robledo dará mucho de qué hablar. Es una situación sin precedentes en el país. De igual manera, es necesario evocar la persecución que ha vivido la oposición en Colombia. Entonces, ¿Robledo pierde la curul por doble militancia? ¿O por qué no se respeta el estatuto de la oposición? Son los cuestionamientos que abren el debate.
@MariaMatusV
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