Llegó la Navidad, una de las fechas más celebradas en Occidente. Una fecha que desconecta de la realidad a los mundanos y recuerda el poder de la fe. Una fecha que aporta al comercio y al consumismo. Una fecha para acercarse a la familia, a los amigos y al amor. O por el contrario, una fecha que restriega en la cara el amargo sabor de la soledad. Se festejan finales deportivas que regalan alegrías extras, como sino fuera suficiente con la prima. Ganó el Junior y a Barranquilla se le estalla el corazón. Empezaron las novenas que son la excusa perfecta para romper la dieta. Ya casi termina el año. Por fin los ciudadanos tienen un espacio para descansar y disfrutar. El Niño Dios está a punto de nacer y los congresistas lo tienen muy claro.
El pasado domingo 16 de diciembre el Congreso de la República estaba lleno. Una situación extraña si tenemos en cuenta que el recinto brilla por la ausencia de sus honorables senadores. El ambiente se sentía diferente por la alta participación de los congresistas, por el afán de aprobar reformas constitucionales y una ley; por la fecha oportuna que escogieron para tomar decisiones decisivas para el futuro del país y aprovecharse de la distracción de una sociedad que ya de por sí vive dopada en la indiferencia.
Algunos de los sucesos que resaltaron fueron: la segunda vuelta para la Alcaldía de Bogotá, demostrando el miedo que siente la clase política tradicional frente a las fuerzas alternativas y las altas votaciones obtenidas en la capital. Ese afán evidente por perpetuarse en el poder y proteger los nefastos negocios de la actual alcaldía. La Ley TIC que por fortuna se aplazó, pero ahí sigue como un fantasma que pretende marchitar la televisión pública. La Reforma Tributaria regresiva que atenta contra la clase trabajadora y beneficia a los más ricos. El constante saboteo al Acuerdo de Paz y ese apego a la guerra, que a la final es la cortina de humo necesaria para que la vieja política siga gobernado.
Por otro lado, el CNE negó la personería jurídica a la Colombia Humana. Negar la existencia de la fuerza política más importante de la oposición es una decisión antidemocrática y arbitraria. No se puede desconocer la importancia de uno de los movimientos más influyentes en las pasadas elecciones presidenciales. Más de ocho millones de votos logró el candidato del progresismo. Querer anular sus derechos políticos confirma la podredumbre de un sistema que ha sobrepasado todos los límites posibles.
La Navidad está aquí y no se nos puede olvidar que los congresistas y las instituciones siguen trabajando, toman decisiones que afectan el futuro de todos. Que el pavo, la natilla y los buñuelos no nos distraigan de más, porque mientras rezan novenas y cantan villancicos, en el Capitolio suben el IVA, aprueban leyes y le hacen jaque mate a los colombianos.
Maria.Matus.V0@gmail.com
@mariamatusv
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