¿Universidad en Pandemia?
Y simplemente pienso que pagar millones de pesos para no entender nada y para no aprovechar nada, me parece un despropósito.
El otro día leí un trino de una estudiante universitaria que resume lo que considero es una de las problemáticas más grandes de la educación en pandemia. “Siento que no entiendo nada, que siempre estoy perdida, que paso el semestre desmotivada y que, en vez de aprender cosas nuevas, siento que me estoy volviendo cada vez más bruta”.
El comentario que a la hora de haber sido escrito ya tenía miles de ‘retweets’ y cientos de respuestas de otros cibernautas que se sentían identificados con ella, representa la crisis que enfrentan los jóvenes en este momento, pues inclusive teniendo el privilegio de tener acceso a internet (porque a pesar de todos los avances que ha habido en este tema, en este país sigue siendo un verdadero lujo poder tenerlo al alcance de todos), inclusive teniendo la posibilidad de acceder a un portátil o celular, e inclusive teniendo el placer de poder seguir pagando dichos estudios, los estudiantes sienten que están perdiendo su tiempo, y, por ende, están cada vez más desmotivados.
Según encuestas, a casi el 80% de los estudiantes le cuesta trabajo concentrarse desde casa, y sostienen que simplemente no le comprenden a los profesores. Y es que para nadie es un secreto que a los docentes esta pandemia se los pilló con los ‘pantalones abajo’ en materia de virtualidad, y que reinventarse toma tiempo, desligarse de las rutinas toma tiempo y volver a aprender a enseñar, toma su tiempo. Pero ahí está el cuento: el tiempo es oro, y jugar con el del otro, es un pecado.
Sin embargo, este revolcón en la educación ha despertado varios interrogantes sobre si es inteligente o no endeudarse por un diploma universitario en plena pandemia, y empieza a poner sobre la mesa la posibilidad de tomar otros caminos hacia el éxito. Lo he leído y escuchado en otras personas, “no tiene sentido pagar lo que pago para estar frente a un computador, sin ninguna posibilidad de construir relaciones a futuro”, “debería usar esta plata para emprender, ‘mientras todo vuelve a la normalidad” y el clásico, “pagué un semestre solo para pasarme las horas de clases peleando con la señal del internet, y viendo cómo a otros, incluyendo la del docente, les sucede lo mismo”.
La verdad es que tienen la razón y es válido hacerse este tipo de preguntas en este momento. Sobre todo cuando están haciendo préstamos para poder asistir a estas clases virtuales. ¿Vale la pena invertir tanto para ni siquiera poder utilizar el campus de la universidad? ¿Vale la pena hacer el esfuerzo económico y personal para no poder vivir la experiencia ni aprender como es debido? ¿Vale la pena querer ser profesional hoy en día?
Tengo claro que ninguna de estas preguntas tiene una respuesta correcta, y que depende mucho de lo que se quiera estudiar y de lo que uno quiera construir (pues, por ejemplo, para ser médico, abogado o ingeniero, entre otras carreras, debes estudiar para serlo. Sí o sí), pero si dependiera de mí, si estuviera estudiando nuevamente ‘Comunicación Social’ y tuviera la posibilidad de escoger, me atrevería a pensar que estuviese considerando aplazar la universidad. Pues pienso que sin las relaciones que uno hace en la universidad y sin poder estar de manera presencial aprendiendo de los profesores, creo que hubiese escogido, a estas alturas de cómo se va moviendo esta pandemia, tomar cursos más económicos y empezar a trabajar o a emprender.
El mundo cambió. Los tiempos cambiaron. Y de esta manera, también la forma de llegar al éxito. Y aunque tengo claro que con esta columna me estoy ‘echando encima’ toda una industria de educación superior, las cosas como son.
Y simplemente pienso que pagar millones de pesos para no entender nada y para no aprovechar nada, me parece un despropósito.
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