Una posición impopular
Porque nuestra historia ha probado que siempre que la violencia ha sido justificada nunca ha solucionado el problema.
Cada célula de mi cuerpo es impulsiva, y durante años he pagado las consecuencias de serlo. Soy impulsiva para responder sin pensar, para hablar sin saber la historia completa, y para compartir sin verificar. Tal vez por eso con el tiempo, luego de estrellarme muchas veces, entendí que era necesario hacer un pare cuando la pasión, la ira, la indignación y el miedo se apoderaran de mí. Sobre todo porque tengo una voz. Una voz que debo usar con responsabilidad.
Nunca he sido apolítica, pues antes que nada, ese es un concepto que no existe. Todo lo que hacemos es político. Cada decisión que tomamos es política, y pensar lo contrario es vivir en una burbuja que está destinada a que algún día se reviente. Así que de entrada soy incapaz de decir que no sé sobre eso y por eso no opino, porque eso es precisamente lo que hace que el mundo gire.
También debo decir que nunca he sido indiferente. Tengo claro, clarísimo, que vivimos en un país tan desigual que millones de colombianos se acuestan con hambre, mientras unos duermen con todo. Y que el segundo problema más grande que tiene el país es la corrupción. Aquí celebramos que el vivo viva del bobo, celebramos ‘la tajada’, celebramos ‘la corbata’, e inclusive celebramos que alguien se vuele una fila, y que el problema de la rosca es no estar en ella. Hay corrupción tanto en las rifas de los cumpleaños de niños, como en las licitaciones de contratos, y en ambos casos es igualmente peligroso. Porque lo segundo se deriva del comportamiento del primero.
Sin embargo, el problema mayor es que todo lo sabemos solucionar con sangre. Nací y crecí en un país violento, y jamás he conocido algo distinto. No pretendo creer que he vivido lo peor de ella, pues tengo tan claro que mi cuna fue privilegiada, que tengo a mis padres vivos y a ellos no se les ha muerto un hijo. Y en Colombia, nuestra violenta Colombia, ese es un símbolo de inmenso privilegio. Pero vengo de una nación donde los muertos son cifras y donde la gente se mata por pensar distinto.
Y es precisamente porque tengo claro que aquí poco se necesita para encender la chispa de la violencia, y que de lado y lado se cometen atrocidades en el nombre de la justicia, que he querido usar mi voz para algo que creo que es necesario, pero que poco trae seguidores o aplausos: un llamado a la mesura.
Se necesita un llamado al diálogo, y esto va tanto para el gobierno como para los líderes de la oposición, pues en este punto, siendo realistas, y entendiendo la naturaleza del colombiano cuando los ánimos están tan arriba, ya nada distinto impedirá que aquí terminemos en una guerra civil.
Entre más días pasen y entre más sigamos bombardeando las redes sociales (al igual que los medios de comunicación) de mensajes de odio, mostrando (de acuerdo con la opinión que ya se tenga formulada de antemano) una sola cara de la moneda, más difícil será frenar esta ola de violencia en la que estamos sumidos. Y lastimosamente, aquí perderemos todos.
Porque nuestra historia ha probado que siempre que la violencia ha sido justificada nunca ha solucionado el problema. Sino que, por el contrario, lo agranda.
Más Columnas de Opinión
¡Afinia nos tiene locos¡
Uno de los problemas más grandes que está afectado a los habitantes de la región caribe es el alto costo de los servicios públicos domiciliarios especialmente el servicio de energía. Desde hace muchos años la costa caribe ha recibido un serv
La Salud entre líos
Aunque los profesionales de la salud, tengamos como principios fundamentales, el de proporcionar nuestros conocimientos, voluntad, deseos, y en general permanecemos con todas nuestras fuerzas, puestas al servicio de las comunidades y personas, de
¿Qué hacer con las tarifas de energía en la región Caribe?
Las altas tarifas de la energía en el Caribe son un problema social. La afirmación de que mes a mes cientos de miles de familias comen o pagan la luz no es lejana de la realidad. El recibo se puede llevar la cuarta parte de los ingresos de las f
La Bestia – El temor a amar
La última película del aclamado director Bertrand Bonello (Saint Lorent, Nocturama) incursiona en el género de ciencia ficción mientras explora las complejas relaciones de pareja a través de un romance que trasciende distintas épocas histór