Ha pasado casi una semana desde la presentación de Shakira y JLo en el medio tiempo del ‘Superbowl’, y yo sigo sin superarlo. Lo digo sin temor a estar exagerando, he visto tantas veces el espectáculo en Youtube, que ya me sé de memoria cada baile, cada corte de cada canción y hasta las gesticulaciones de cada bailarín.

Y la razón por la que lo he visto tantas veces, es porque no puedo evitar sentir orgullo. Orgullo de que mi país sea un referente de algo positivo, como la música, como nuestros artistas, como nuestro arte. Orgullo de haber nacido en una tierra que tiene tanto talento por mostrar. Orgullo de que hoy ‘ser latino’, hacer parte de un ‘latino gang’ y hablar español, sean sinónimos de grandeza.

Y aunque siempre pensé que la puesta en escena iba a ser increíble, nunca me imaginé que iba a generar un antes y un después para tantos ritmos y para tantas personas. Lo que Shakira hizo el domingo pasado, lo que hizo por nuestro Carnaval, lo que hizo por el mapalé, lo que hizo por la Cumbia, pero, sobre todo, lo que hizo por la champeta, ese ritmo que nació en el continente africano, pero que se fusionó con el sabor costeño, hasta convertirse en uno de los géneros predilectos por las masas de la región Caribe, no lo ha hecho nadie.

Lo más impresionante de todo, es que, como sucede muchas veces con aquellas sonoridades que nacen en la calle, por décadas, la champeta y, por ende, los ‘champeteros’, habían sido ‘pordebajeados’ por los eruditos de la industria musical. Recuerdo inclusive cuando fui Reina del Carnaval, y dije en una reunión que iba a bailar este ritmo tanto en mi lectura del Bando como en mi coronación (como efectivamente sucedió), y escuché a una persona experta en coreografía decirme: “¿Bailar champeta? Eso no es bailar. Eso es un poco de gente dando brincos sin sentido.” Y como esta persona, miles.

Pero eso todo está por cambiar, porque ahora, gracias a Shakira, quien se supera a sí misma cada vez más, mostrando que sus éxitos y logros no tienen límites, hay un nuevo comienzo para este género musical. Porque es gracias a esos 28 segundos de repique champetero, que hoy el mundo sabe que esto existe, que hoy el mundo sabe que esto hace vibrar, y que hoy el mundo sabe que se encuentra en las esquinas del país que le dio vida a este ídolo.

Gracias Isabel Mebarak por callarnos la boca a todos los que osamos de tildarte cómo una mujer que había olvidado su tierra. Porque me incluyo cuando digo, que muchos la criticamos por perder el acento, por ‘perder sus costumbres’, por volverse ‘argentina’ para luego ser ‘española’, cuando en realidad, nunca, nunca dejó de ser colombiana. Y ha hecho más por esta nación, que millones de los que dicen trabajar por ella.

Está claro que la niña puede irse de Barranquilla, pero Barranquilla jamás podrá dejar a la niña. Porque tal cual como lo dijo frente a millones de televidentes, Shakira, sin lugar a dudas, se quedó aquí.