
Es curioso ver cómo ciertas percepciones que tenemos no corresponden con la realidad, o la logran distorsionar bastante. Basta con adquirir algún sesgo o idea, casi siempre arbitraria, para entonces proceder a buscar elementos que la refuercen o aseguren, evitando revisar con cuidado alguna evidencia contraria. Así, es muy común encontrar personas que nos aseguran que el mundo va mal y que Colombia peor, y que solo podemos suponer una degradación de las cosas, con anuncios de tragedias y debacles, ensombreciendo el futuro de maneras bastante creativas. En fin, que lo único que debemos esperar es que todo se desbarranque, que todo se hunda y que este año que comienza sea peor que el anterior.
Steven Pinker, en su más reciente obra, ha expuesto con solvencia los indiscutibles avances que ha tenido la humanidad en prácticamente todos los aspectos susceptibles de medición. Coincidiendo en las cosas más obvias, es decir, en que es mejor estar vivo que muerto, la paz que la guerra, la libertad que la tiranía, la abundancia que la carencia (por mencionar unos aspectos de su análisis), el psicólogo canadiense demuestra que este es el mejor momento de nuestra historia, y no solo eso, sino que el progreso es constante y acelerado en los últimos siglos, en casi todos los países del mundo. Consecuentemente, su postura ha sido criticada por exceso de optimismo, por perniciosa y tergiversada. Esta reacción también ha sido observada por Pinker, quien la explica desde su campo de conocimiento, señalando que las personas tendemos a recordar y pensar más en lo malo que en lo bueno, además de resaltar el daño que hace la sobreexposición a las noticias negativas y el bombardeo mediático al que estamos sometidos.
En nuestro país cumplimos a la perfección con los parámetros que describe Pinker. A pesar de mejorar en muchos aspectos (medibles, demostrables), seguimos entregados a un arraigado fatalismo, manteniendo la idea del desmejoramiento constante y no somos capaces, o nos cuesta mucho, reconocer nuestro progreso. Si a eso le metemos color político, los argumentos ya se escapan de la esfera de la razón y se logran imposibles cumbres de disparate. Parece que se nos ha atrofiado la capacidad de pensar y razonar, por perfeccionar la costumbre de seguir o idolatrar.
Este 2019 empezó con unas noticias muy buenas. Según un reporte de la Policía Nacional, en la noche y la madrugada del 31 de diciembre se presentó la cifra más baja de homicidios de los últimos seis años, con una disminución del 44% con respecto al año anterior. En el ámbito local, el balance del año entregó una reducción del 11% en el total de homicidios en Barranquilla, 40 menos que en el 2017. En un entorno tan violento como el nuestro, este tipo de situaciones merecen todo el despliegue posible, dado que ya no es una percepción, son cifras reales e incontestables. Ojalá que este buen comienzo sea un augurio para el año que empieza, permitámonos el optimismo.
moreno.slagter@yahoo.com
@Morenoslagter
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