El Heraldo
Opinión

Sonidos de ciudad

Los vacíos los han llenado, por supuesto, otros sonidos. El más representativo de los últimos tiempos es el aullido de los chatarreros. Ayudadas por hechizos sistemas de amplificación, voces guturales anuncian en un indescriptible dialecto la compra de neveras y aires acondicionados usados, o algo así, a veces es imposible entender lo que intentan decir. 

No me animo a definirlos como ruidos, aunque probablemente lo sean, sobre todo cuando nos resultan imprudentes. Nos han acompañado desde que tenemos memoria, son cambiantes, algunos no volvieron a estar con nosotros y desaparecieron sin rastro.

Otros constituyen una novedad y se multiplican inexplicablemente, como si respondieran a algún plan urdido por quién sabe quién. Las ciudades no son silenciosas, eso lo sabemos, especialmente quienes hemos nacido en estas aglomeraciones tropicales, tan expresivas, tan amantes del escándalo.

Algunos desaparecieron, como dije. Hace poco encontré en unas páginas de Javier Marías una alusión al silbido curvo que anunciaba a los afiladores de cuchillos, que yo siempre entendí como procedente de la zampoña, y que quizá los lectores maduros también recuerden. Pensaba que eso era un asunto local, pero no, según el libro que menciono aquello también sucedía en un pueblo del noroeste español, y tras averiguarlo brevemente en Internet, me enteré de que así era en varias partes de Hispanoamérica. Hasta que dejó de sonar en todos lados, según parece. Me pregunto con curiosidad si las personas ya no afilan sus cuchillos, si cuando esos instrumentos se ponen romos se botan y ya, o si por alguna superstición o mandato antes era impensable tener en la casa piedras para afilar. Lo cierto es que algún día perdido en la memoria se paseó el último afilador por nuestras calles, al menos por las que frecuento. 

Otras ausencias se comprenden mejor. Los loteros no gritan la Lotería del Atlántico porque ya no existe tal cosa; tampoco hay muchos voceadores de prensa, acosados gravemente por las tendencias digitales es improbable que vayan a continuar por mucho tiempo. Incluso el menguante canto de las vendedoras de bollos se me antoja cambiado, menos explícito, estandarizado de alguna manera.

Los vacíos los han llenado, por supuesto, otros sonidos. El más representativo de los últimos tiempos es el aullido de los chatarreros. Ayudadas por hechizos sistemas de amplificación, voces guturales anuncian en un indescriptible dialecto la compra de neveras y aires acondicionados usados, o algo así, a veces es imposible entender lo que intentan decir. Se les abona la constancia, fruto sin duda de la necesidad: pasan varias veces al día, todos los días. Con más armonía hicieron su debut pandémico los músicos ambulantes, melodías casi siempre gratuitas pero no siempre bienvenidas, justificadas por ese encierro que ya queremos olvidar. Los vendedores de aguacates, como no, se añaden a esta relación incompleta y limitada. 

Lo cierto es que en la ciudad el silencio es un privilegio, un accidente. Incluso el sitio más callado que he visitado apenas lo es a partir de la caída de la noche. En alguna ocasión aventuré una solitaria caminata de madrugada por Zúrich y mis pasos era lo único que se escuchaba, podía palparse la imprudencia, quizá estuve a punto de ser detenido. Me consta que en aquellos lugares un pariente recibió una queja de un vecino porque los tacones de su mujer hacían mucho ruido al caminar en su apartamento. Se tuvo que quitar los zapatos. Menos mal que a mí no me obligaron a hacer lo mismo sobre el frío asfalto.

moreno.slagter@yahoo.com

Facebook
Twitter
Messenger
Whatsapp

Más Columnas de Opinión

El Heraldo
Álvaro López Peralta

¡A marchar este 21 de abril!

Algunos colombianos manifiestan que las marchas “no sirven para nada” y por esa razón prefieren quedarse en la comodidad de su hogar, a pesar de las evidentes amenazas en el escenario político; otros creemos que son una herramienta participa

Leer
El Heraldo
Roberto Zabarain

Actuar como jauría

Los paisas protestan en gavilla, cual jauría. Les temen, y obligaron a Petro y a sus ministros del sector a echar tremenda reversa y a comprometerse con las inversiones que habían negado para culminar un túnel, obra por la cual armaron tremendo

Leer
El Heraldo
Fabrina Acosta Contreras

El malestar

Estamos viviendo tiempos de postverdad, caos, violencias, basta con ver las noticias y con analizar nuestras vidas, para concluir que padecemos la pobreza de no tener tiempo, de estar corriendo tras un mandato planetario de productividad, de estr

Leer
El Heraldo
Haroldo Martinez

El vicio de la lectura

Yo nací en un castillo encantado con un rey, una reina, una princesa y una biblioteca. Desde mi primera infancia, toda mi vida está relacionado con los libros, tengo impregnado en mis fosas nasales el olor de las letras impresas en el papel y lo

Leer
Ver más Columnas de Opinión
X
COMO REPORTAR A WASAPEA
1. Agrega a tu celular el número de Wasapea a EL HERALDO: +57 310 438 3838
2. Envía tus reportes, denuncias y opiniones a través de textos, fotografías y videos. Recuerda grabar y fotografiar los hechos horizontalmente.
3. EL HERALDO se encargará de hacer seguimiento a la información para luego publicarla en nuestros sitio web.
4. Recuerda que puedes enviarnos un video selfie relatándonos la situación.