Desde que tengo el privilegio de escribir esta columna, hará ya casi unos cinco años, me encuentro con algunos temas que cíclicamente me vienen a la cabeza cuando busco definir un asunto para opinar. No es una tarea fácil encontrar algo que decir todas las semanas. A pesar de que nuestro entorno suele llenarnos de noticias variopintas, inverosímiles y pintorescas, no faltan los momentos en los que nada parece ser suficiente para llenar la hoja en blanco. En más de una ocasión me he visto en aprietos para cumplir con el compromiso, seguro que el lector habrá advertido algún aflojamiento en la calidad y pertinencia de lo que digo, alguna torpeza en la redacción. Van las excusas por los fallos.
Decía entonces, que en esa búsqueda semanal había asuntos que se repetían más que otros. Ya saben, en nuestro país resulta relativamente fácil escribir sobre corrupción, violencia e injusticia, tales cosas llenan los titulares de los periódicos con rigurosa persistencia, casi que con intemporalidad. (Hagan la prueba, busquen titulares de hace cincuenta años, son los mismos de hoy). En mi caso trato, con poco éxito, de evadir esas obviedades e intento referirme a temas que tengan mayor interés local o regional. Claro, las repeticiones son también ineludibles, los problemas no cambian. Con el mismo ritmo con que nuestro querido Junior repite técnicos, nuestra ciudad le da vueltas a asuntos fundamentales con asombrosa terquedad. Por eso, para escribir la última columna de este año, decidí de nuevo relacionar los tres problemas que más me llaman la atención sobre Barranquilla, y que sospecho que seguirán fastidiándonos por mucho tiempo: el canal, la movilidad y la carretera.
El 2019 nos recibirá con el canal de acceso al puerto en malas condiciones. No hay sorpresa, llevamos toda la vida diciendo lo mismo y haciendo poco. Grave asunto para una ciudad que se define como portuaria y que ahora, en buen momento, le ha dejado de dar la espalda al río.
También en el nuevo año seguiremos padeciendo una movilidad exasperante por cuenta de la mala planificación del tráfico, la escasa atención al transporte público y el irrespeto de todos por las normas de circulación. Guarden este comentario para el futuro, se podrá usar a placer cuando quieran.
Finalmente, el próximo año continuaremos deseando y no logrando, la doble calzada hasta Ciénaga. El galimatías de la normativa ambiental y la falta de presupuesto se encargarán de bloquear, quizá para siempre, esta reiterada necesidad. Ya se ha especulado con trazados increíbles para franquear el cuerpo de agua, síntomas de desespero e incapacidad.
Hemos avanzado en otros asuntos, los arroyos y los parques son valiosos logros sin duda, pero para la tríada que he mencionado no encuentro asideros válidos que me lleven a esperar escenarios de solución.
Me gustaría mucho equivocarme y que en el 2019 me vea obligado a cambiar estos desalentadores vaticinios.
moreno.slagter@yahoo.com
@Morenoslagter
Más Columnas de Opinión
¿Qué hacer con las tarifas de energía en la región Caribe?
Las altas tarifas de la energía en el Caribe son un problema social. La afirmación de que mes a mes cientos de miles de familias comen o pagan la luz no es lejana de la realidad. El recibo se puede llevar la cuarta parte de los ingresos de las f
Un faro de esperanza para la juventud
En medio del vendaval de desafíos que enfrenta la juventud contemporánea, marcada por la sombra ominosa de trastornos mentales que irrumpen cada vez más temprano en sus vidas, surge la necesidad imperiosa de tenderles una mano firme, de ofrecer
Café entre Evas
“Qué habría sido de las mujeres en el patriarcado sin el entramado de mujeres alrededor, a un lado, atrás de una, adelante, guiando el camino, aguantando juntas. ¿Qué sería de nosotras sin nuestras amigas? ¿Qué sería de las mu
Para el Descanso
La revisión de los titulares de prensa, o de cualquier otro medio de comunicación, se ha convertido en una seguidilla de sobresaltos. Quizá sea porque en estos tiempos todo se actualiza permanentemente, o porque la dependencia del clic induce l