Me he tomado el atrevimiento de aprovechar la última columna de este año para resaltar, en una especie de modestísimo homenaje, a un personaje del mundo de las letras; con la humilde intención de despertar algo de interés entre quienes no hayan tenido la fortuna de conocerlo, o de complacencia entre quienes ya lo admiran. Me refiero a Antonio Escohotado, jurista, filósofo y sociólogo madrileño, un autor que considero imprescindible para avivar estos tiempos que corren.
La primera noticia que tuve de Escohotado fue por su participación en Alta suciedad, un disco de Andrés Calamaro de 1997, en el que declama un texto en la parte final de una canción. Su voz profunda y el contenido de lo dicho, una diatriba inconexa sobre varios asuntos, desde Alejandro hasta métodos para el ayuno, no pasó desapercibida. En aquel entonces me quedó la curiosidad, que se animó cuando lo encontré después de un par de años en la portada de la revista Rolling Stone, hablando de su participación en aquel disco y de sus aventuras con las sustancias psicoactivas. Finalmente, durante mi paso por España encontré con facilidad su obra en las librerías, siendo Aprendiendo de las drogas el primer libro suyo que leí y mediante el cual me convencí de su valor.
Aunque —cosa de la que él mismo se queja—, la mayoría de quienes lo reseñan lo identifican como «el de las drogas», debido a su amplísimo trabajo sobre el asunto, Escohotado es un pensador que supera ampliamente esos límites, embarcándose en diversas facetas del conocimiento y otras peripecias varias. Ha sido traductor de Hobbes, Newton y Jefferson; fue fundador de Amnesia, una legendaria discoteca ibicenca; estuvo preso un año en Cuenca por unos hechos confusos, acusado de tráfico de estupefacientes en grado de tentativa imposible (tiempo que aprovechó para terminar su fenomenal Historia general de las drogas); fue profesor universitario y funcionario público, y en tiempos recientes se dedica a dar una que otra charla y a comentar los partidos de Real Madrid. Su última gran obra es una meticulosa historia de la propiedad privada, Los enemigos del comercio, que muchos interpretan también como una defensa del capitalismo, una aproximación que encuentro simplista en exceso. En su juventud fue, como muchos, un convencido del comunismo, defendiéndolo con piedras y marchas, siendo quizá por ello que le tiene tanta aversión a los ideales utópicos. Esa transición, o más bien desilusión, le da algún valor a sus actuales postulados, dado que transitó con vehemencia por ambos lados del espectro.
Escohotado brinda muchas luces en medio del desconcierto actual, y se atreve a defender posiciones difíciles e impopulares sin pretender establecer dogmas. Domina además una prosa magnífica, cuidada, que supera por mucho a la mayoría de los autores de nuestra lengua. Ojalá alguno se anime a leerlo en estos tiempos de descanso.
moreno.slagter@yahoo.com
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