En junio del año pasado el presidente del sindicato de trabajadores de la Universidad Autónoma del Caribe, Rodolfo Ortega, denunciaba un atraso en los pagos a los profesores. Ya desde diciembre de 2016 el sindicato había publicado un comunicado que hablaba de un “diciembre oscuro” y triste, porque solo recibieron pago en aquel momento hasta casi llegando a la mitad del mes de enero de 2017.
La Navidad y las fiestas de fin de año encontraron a los profesores sin un peso y llenos de deudas. El secretario general de la universidad, Jesús Pantoja, dijo que la calidad estaba asegurada y que no tendrían ningún problema en la continuidad del servicio a los estudiantes. Es decir, pese a que los profes estaban tratando de jugarse la vida para sobrevivir con la ausencia del sueldo, en la universidad todo seguía marchando y –según Pantoja– seguían cumpliendo con sus obligaciones laborales. Quizá se le olvidaba que entre las obligaciones laborales más básicas está pagarle a los trabajadores su salario. En noviembre pasado despidieron a un grupo de profesores y administrativos, según uno de los afectados –el profesor Arturo– por intentar afiliarse al sindicato.
Pese a que la impuntualidad en los pagos venía desde 2016, en diciembre de ese mismo año salió una publicación en la revista Dinero que titulaba “El abogado que recuperó a la Universidad Autónoma del Caribe de la corrupción” y hacía referencia al rector Ramsés Vargas, quien tomó las riendas de la institución después del truculento episodio de Silvia Guette.
En el texto de Dinero el rector sorprendió con unas declaraciones en las que contaba que antes la universidad enfrentaba dificultades financieras y académicas, pero que había empezado a escribir una nueva historia. Pero Ramsés como salvador de la Autónoma parece haber olvidado un detalle nada menor: es inviable el éxito de la universidad si a los docentes no se les paga. A los profesores de cátedra les pagaron atrasado el mes de agosto y hasta la fecha no volvieron a recibir un peso. Sin embargo, lo peor no es la falta de pago, sino la atmósfera de terror que habita entre los mismos docentes. Algunos tienen miedo, no se atreven a presionar porque temen que los despidan o no los vuelvan a contratar. Los que han podido se han ido a trabajar a otras universidades, pero no todos tienen la misma suerte.
¿Cuántas personas de la familia y allegados del rector trabajan en la universidad? ¿Es cierto que algunos tienen bonificaciones especiales? ¿Es cierto que se ha priorizado en inversión de publicación de revistas, viajes, eventos internacionales, fachadas? ¿Piensa Ramsés seguir diciendo que todo marcha bien en la universidad, que él la está sacando de la crisis, mientras los profesores viven condiciones indignas?
Inaceptable, rector Ramsés, mostrar como exitoso su proyecto mientras los profes no tienen para comer. “Sinvergüenzura” le diría mi abuela a esta situación. Encuentre una fórmula más decente, rector Ramsés, para salvar a la Autónoma sin devorar a sus profesores.
@ayolaclaudia
ayolaclaudia1@gmail.com
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