A algunos críticos se les ocurrió que si a Barranquilla le va mal, también le va mal a Char.
Y entonces andan levantando la voz, despotricando y mintiendo para lograr su cometido.
Uno no puede oponerse a las rencillas de su corazón o a las nostalgias que puedan abrigar sobre el poder que tuvieron o desean tener.
Esperaría –eso sí– que plantearan sus reparos con argumentos ciertos en foros donde, además, permitieran que quienes no estén de acuerdo con sus ideas, debatan. Hacerlo a oscuras desde una tribuna en la que lanzan improperios que solo tienen sentido en su odio visceral es como ir a un combate de boxeo y taparle los ojos al oponente para que no pueda defenderse de sus golpes a mansalva. Ese es un estilacho al que, en verdad, le niego mi respeto.
Ya hoy no fungen como detractores de Char sino de la ciudad con la misma mala voluntad del perro del hortelano.
¿Se acuerdan de la comedia palatina de Lope de Vega? Impulsiva, perspicaz y muy audaz la condesa de Belflor comprueba que su secretario, del que anda perdidamente enamorada, está comprometido con Marcela, e idea un plan para separarlos. Cuando finalmente lo logra, deja de interesarse en su amado.
Impulsivos, perspicaces y audaces estos ‘canes’ obran buscando lo malo en todo lo que se mueva en la ciudad.
Y se pliegan a algún hecho de robo para invadir las redes sociales con el comentario de que “la ciudad es un auténtico desastre”, así aquel hubiese ocurrido en el municipio de Tubará. O inventan atracos que nunca ocurrieron para crear una sensación de descontrol que corroa el liderazgo de Char. O aceptan la traición de las matemáticas para insinuar, sin posibilidad de rectificación, sobrecostos en inversiones que asemejan corrupción.
Cuando su agenda del mal no es suficiente, proponen asociaciones aparatosas y acusan al mandatario de lo primero que encuentran en la primera plana. Como van las cosas, pronto dirán que también es responsable de la caza de los delfines rosados en la Orinoquía o la muerte de Kim Jong-nam en el aeropuerto de Kuala Lumpur.
Que odien la idea de que Char siga gobernando a la ciudad, porque quieren que lo haga otra familia política de la región, es legítimo. De hecho, en el pasado reciente se aliaron con dirigentes del interior del país para prohibir que los funcionarios renuncien a un cargo de elección popular para postularse a otro, con la única idea de detener la carrera del mandatario como fórmula del candidato presidencial Germán Vargas.
Si no quieren admitir que la historia de Barranquilla cambió para bien en estos últimos diez años, también es su problema.
Pero no es aceptable que ensucien la ciudad como lo hacen, para enredar en la basura al alcalde.
Me temo que es como el perro del cuidador de la huerta, que ni comía los vegetales ni estaba dispuesto a permitir que otros lo hicieran. A la sazón, si ellos o sus amigos no son los que gobiernan la ciudad, entonces que la ciudad se friegue. Con J.
albertomartinezmonterrosa@gmail.com
@AlbertoMtinezM
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