Proliferan multiplicándose con una fuerza imparable los cruzados de nuevo cuño. Son millones de militantes de iglesias cristianas que decidieron participar de manera activa en la política. En Colombia, y en particular en la Costa Caribe, ondean banderas de moralidad y ética contra la dirigencia corrompida. En algo tienen razón. Los más recientes hechos, y algunos no tanto, revelan que la administración pública y todo lo que tenga con ver con dineros del Estado es susceptible de caer con facilidad en manos de depredadores. Es que les “toca recuperar” mucho de lo “invertido” en hacerse elegir con dádivas y no con ideas.
Y ahí está el riesgo. Cansados de escuchar acerca de las “pilatunas” que tanto le cuestan al erario, los ciudadanos que participan activamente en la religión deciden votar por quien el pastor les indique o les ordene. O por quien más los visite en sus templos, o más los asuste con el diablo, con un diablo homosexual, comunista, alternativo o progre. Es una variante del voto castigo, que como sabemos lleva siempre a elegir populistas.
El riesgo con estos nuevos cruzados, de la iglesia que sea, es que usan el nombre de Dios para obtener votos y eso resulta muy perturbador para la democracia. Mezclar política y religión no ha dado buenos resultados en la historia del mundo. Es un peligro esto de los nuevos cruzados, como aquellos que, “en nombre del Señor”, y con el argumento de recuperar Jerusalén, arrasaron pueblos musulmanes, paganos y judíos durante 195 años para “convertirlos y sacarles el pecado”, y de paso violar a sus mujeres, esclavizar a sus niños y tomar sus ciudades. Todo con el santo permiso del papa, cómodamente sentado en su trono del Vaticano, desde donde daba un guiño de aprobación para que cayeran también sus enemigos políticos. Pasaron casi mil años para que Juan Pablo II pidiera perdón público por las masacres y los crímenes cometidos en las cruzadas. Pero las encíclicas han dado un vuelco. Ahora la participación de la Iglesia Católica es moderada en apariencia, contrario a lo que sus hermanos cristianos practican con seducción de grandes públicos, bajo el justo argumento de la paz espiritual y de paso la necesaria prosperidad en estos tiempos de consumo.
Bueno, están también los generosos diezmos con los que logran capitalizar importantes espacios en todos los frentes de la sociedad. Ojo: algunos pastores utilizan su jerarquía y el estado de indefensión espiritual de sus feligreses para inducirlos al voto. Según ellos el pecado del contrario está más en las ideas que en la incapacidad o en la corrupción. De hecho, muchas iglesias católicas y cristianas albergan entre los suyos a políticos de larga trayectoria en las corporaciones públicas conocidos por sus prácticas non sanctas. Lo cual los desnuda ante la opinión. Tanto es así que ahora asumen posiciones que contradicen las libertades por las que antes lucharon y discriminan como antes eran discriminados.
mendietahumberto@gmail.com
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