Empresarios, congresistas, ex congresistas, ex ministros, ex gobernadores, ex alcaldes, ex concejales, hoteleros, músicos, comerciantes, urbanizadores… A decir por la evidencia fotográfica, todos estaban en la reunión que organizó Germán Vargas Lleras el pasado jueves 14 de diciembre, en el salón de eventos de un reconocido hotel de Cartagena de Indias para presentar su propuesta de desarrollo turístico en su condición de candidato a la presidencia del país.
De Vargas Lleras se cuestiona su prepotencia sustentada en una memoria familiar de administradores políticos redomados –cuya señal más temprana es la foto de un niño altanero subido sobre una mesa con la complaciente sonrisa de un abuelo presidente–, el uso del gobierno como plataforma de su candidatura y el ser la cabeza de un partido que ha avalado las aspiraciones políticas y la participación en la cosa pública de políticos acusados por la justicia. Sin embargo, desde hace rato, y quizás por lo anterior, hay un rumor instalado en la nación que habla de su inminente elección como presidente.
Es posible que muchos de los que estuvieron en el evento realizado en Cartagena compartan esa misma percepción sobre Vargas Lleras, y por supuesto, consideren que ir a escuchar la propuesta de un candidato es un sano ejercicio de la democracia. Pero dada la forma en que se ha planteado esta candidatura, es inevitable pensar en que allí había mucho de esa práctica tan común en la nación en la que pocos se arriesgan a quedar por fuera de la sombra que proyecta quien encarna la opción electoral más cierta.
Con una izquierda y unos sectores progresistas que tienen memoria de elefante para recordar los errores históricos de quienes deberían ser sus aliados naturales y por eso difícilmente se construyen propuestas colectivas, y un uribismo al que no se le ve la fuerza de otros tiempos –entre otras cosas porque algunos de sus miembros se sienten representados en la figura del líder del partido Cambio Radical–, muchos quieren aparecer en la foto con Vargas Lleras. Varios de los que asistieron, a pesar del mar de leva que volvió a un sector de Bocagrande intransitable como es costumbre, no están pensando en un proyecto de nación, ni siquiera en el proyecto de nación que vende el candidato. Están pesando en su proyecto particular. En el beneficio de sus empresa, en la rentabilidad de su inversión, en sus contratos con el sector público, en el interés de hacer nuevamente parte de la burocracia estatal y en la posibilidad de ser gobernador, alcalde, concejal o edil.
Cuando el rumor de triunfo se expande, todos quieren inscribir su apuesta personal en la agenda del candidato más opcionado. En realidad, a varios de los que registraron las cámaras fotográficas en la presentación de Vargas Lleras, más que moverlos las propuestas políticas del aspirante a la presidencia de la nación, los movía la necesidad de poner su imagen en el mosaico de adeptos que se viene construyendo y que el rumor político ha posicionado como la postal ganadora.
javierortizcass@yahoo.com
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