Confieso que cada día leo menos noticias, no oigo ni veo un noticiero ni con una 45 en la sien al momento de levantarme ni al acostarme. Reviso titulares y opinión en EL HERALDO y me dispongo a participar en La Radio, a golpe de siete de la mañana, con un comentario sobre cultura ciudadana relacionado con la actualidad de nuestra increíble, por desastrosa, idiosincrasia. Evito así la temprana intoxicación ética y la pesadilla nocturna.

Entrada la mañana doy un pasón por las redes y visito las páginas de los medios que considero respetables y con claridad meridiana sobre lo que es hacer periodismo para un mundo globalizado, –como El País de España y The New York Times– y reviso blogs de periodistas alternativos de distintos países. Y es allí donde se me rizan las canas, se me dilatan las pupilas, me tiemblan las manos, siento vacío en la boca del estómago y comienza un sudor helado a recorrer mi espina dorsal, porque siempre están dos de los cuatro jinetes del Apocalipsis derrochando amenazas y hablando con absoluta tranquilidad del armagedón que desean y están en capacidad de regalarnos: Donald Trump y Kim Jong-un. Y en el trasfondo observando y aparentando neutralidad, que no la tienen, Vladimir Putin y Xi Jinping. 

Les tengo pavor a esos cuatro presidentes superpoderosos y muy peligrosos para la humanidad, porque entre ellos se reparten la geografía de este planeta y manejan la economía mundial, que es en el fondo lo que los mueve: el control del dinero y, por tanto, el poder y la imposición de sus ideologías. Los dos primeros, el estadounidense y el coreano, adolecen de la frialdad aterradora del ruso y el chino, y son como niños jugando a la guerra creyéndose poseedores de mejor armamento el uno que el otro. Se insultan y amenazan con ojivas nucleares como si hablaran de petardos o fuegos artificiales y creo que son capaces de apretar el botón rojo en cualquier momento, en un acto de ego absurdo cuyas consecuencias pagaremos todos. ¿Pero qué harán Putin y Jinping, siempre pidiendo calma pero como halcones sobre el mapa terrestre?

Me causan verdadero terror los cuatro y me parece que encarnan las profecías de Nostradamus y tantos otros visionarios de que acabaremos en candela, porque el hombre con sus acciones perturbará irremisiblemente la calma de un planeta que es una bomba atómica en sí mismo. Es posible que alguno de ellos cause un desastre nuclear peor que lo de Hiroshima y Nagasaki juntos. Y tal vez sea eso lo que necesita la humanidad para cambiar y recuperar valores desaparecidos entre nosotros y que existen entre las demás especies animales sintientes, como matar solo para alimentarse. 

Nota: Andrés Arboleda descubrió la fuente del texto que reproduje sobre reencontrar nuestra alma: http://www.tunuevainformacion.com/etica-filosofia-de-vida/935-recupera-el-contacto-con-tu-alma.html  

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