Cuando vi el corto video pensé que se trataba de un montaje, una de esas piezas audiovisuales que mediante artimañas digitales nos hacen creer que alguien dijo cosas que nunca dijo. Lo que escuché era tan inverosímil que todavía no descarto que en los próximos días se revele su naturaleza ficticia, quizá como el simpático producto de algún colectivo humorístico.
Preferiría que fuera así y que esta columna perdiese todo sentido. Sin embargo, hasta el momento que escribo estas líneas todo indica que es cierto, que el presidente electo de Méjico ha dicho lo siguiente: “¿de cuándo acá se requiere tanta ciencia para extraer el petróleo? Eso lo han hecho siempre los técnicos, los trabajadores petroleros mejicanos (…) no tiene ninguna ciencia”. Ignoro con qué fin el presidente de un país petrolero lanza un mensaje pensado para desestimar la complejidad de la extracción de hidrocarburos, supongo que eso hace parte del cambio que viene para la nación Azteca, propiciado por la reciente elección de Andrés Manuel López Obrador.
Esto se está repitiendo en muchos países. Luego de décadas de gobiernos más o menos tradicionales, con su carga de corrupción, desaciertos, escándalos y fracasos, lo que es probablemente inevitable para quienes ejercen el poder, se levanta el pueblo hastiado y decide dar un viraje democrático. Se señala a continuación que quienes los han gobernado “por siempre” no han hecho nada bien, que todos los males (nunca se señalan los logros o aciertos, que los hay), se deben a X o Y partido, y que ya ha llegado la hora de cambiar. Con ese mantra, el cambio, se abona el terreno para que hábiles personajes se aúpen en el discurso apasionado, le digan a la gente lo que quiere oír y logren apoyos importantes que se fundamentan en el refuerzo de la idea de que todo ha estado mal hasta ese momento histórico en el que lograron una marcha multitudinaria.
De ahí en adelante todo pierde razón, el análisis se amordaza y se vuelve posible un triunfo populista, de izquierda o derecha, da igual, por divergentes que sean los caminos el resultado no suele ser positivo. Da la impresión de que muchos pueblos se están arriesgando a dar giros en sus políticas más fundamentales, como si tales acciones fuesen solo unos inocuos ensayos que se revierten con facilidad. Vayan y pregúntenle al vecino oriental, a ver si el sufrido experimento de Chávez tiene fácil reversa, o a los fatigados cubanos, tan demolidos que ya ni se oyen siquiera, o indaguen sobre lo que le costó a Alemania salir de su catastrófico error nacionalsocialista. Pasan generaciones antes de enmendar esas debacles.
Ganó entonces López Obrador, el que sugirió que la ciencia no es tan importante y que sacar petróleo de la tierra es sencillo. Así empieza, supongo, el cambio mejicano, con la ridiculización del conocimiento y el saber científico, subestimando la importancia de lo logrado. Quiero equivocarme, pero me parece que no será un cambio para mejorar.
@Morenoslagter
moreno.slagter@yahoo.com
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