Me parece que ese es el mensaje directo a los barranquilleros del dueño y presidente de Avianca cuando le dice al gobernador y a los miembros del Comité Intergremial: “El manejo que se le da a Barranquilla es el manejo que Barranquilla se merece”. O sea, tenemos que chuparnos el vuelo infame de las tres de la madrugada o pagar un recargo notable de un tiquete a Bogotá si queremos viajar a Miami en horario de persona normal.
“Vamos a seguir saliendo a las tres de la mañana hasta siempre”, remacha Efromovich en sus declaraciones, mientras la primera autoridad departamental y los prestantes miembros de la sociedad civil agachan la cabeza y sueltan esta perla: “Está en su derecho. Recordemos que es una empresa privada y no estamos hablando de un servicio público”. ¿Se les olvidó el fallo de la constitucional cuando declaró que sí es servicio público para hundir la huelga justa de los pilotos que pedían unidad de empresa?
Eso no les pasó ni por error por sus cabezas pensantes, obnubilados tal vez por la verraquera de don Germán al presentarse y justificar esa alevosía contra los ciudadanos que insistan en volar por la línea aérea que nació y creció en Barranquilla. Les presentó los numeritos, como en el béisbol, y los convenció muy fácilmente de que los asiste la razón. Es decir, es una decisión inamovible hasta que la ciudad le garantice la ocupación de las sillas y requiera un nuevo vuelo a Miami, este sí en horario decente y apropiado. (Salva de aplausos en el despacho del gobernador).
Me parece que hay otras opciones de reacción ciudadana, ya que nuestros magnos representantes se plegaron más rápido que enseguida a todo lo que Efromovich dixit: volemos por la otra compañía, American, que sale del Cortissoz a las siete de la mañana o vayamos a Cartagena, desde donde despegan otras aerolíneas hacia los Estados Unidos en horarios que permiten un viaje relajado y plácido.
No dormir o acostarse a las cinco de la tarde para levantarse a medianoche es una de las formas más dañinas para el reloj vital de los humanos y produce una serie de desajustes que solo se regularizan hasta 72 horas después, si al pasajero no le queda el insomnio como regalo por el resto de su viaje porque sufre una especie de jet lag, que es un despelote de los sistemas del organismo cuando se atraviesan los husos horarios. Sobra decir que los usuarios del vuelito madrugador se bajan del avión molidos, cansados y desorientados.
Y como exquisito tratamiento al que mal nos trata, para sacarlo de su hotel Movich en la carrera 51B a la altura de la calle 94, motorizados del tránsito abrieron camino al transporte del ‘chacho’ de Avianca que rodó en contravía un buen tramo, mientras mantenían todo el tráfico detenido para que pudiera tomar el carril contrario. Si esto no es arrodillarse ante un particular, entonces que me lo expliquen. ¡Madruguen, pendejos! Eso les dijo don Germán y se lo tragaron sin eructar siquiera.
losalcas@hotmail.com
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