El candidato del Partido Liberal, Humberto De La Calle, ha expresado que no comparte la reticencia de Sergio Fajardo de conformar una coalición enorme para ganar la Presidencia de la República.

Fui de los que defendí que lo más sensato era ungir a Fajardo como candidato de la Coalición Colombia y eso fue posible gracias a la generosidad de Claudia, Robledo y Navarro.

Estoy de acuerdo con el doctor De La Calle. Una coalición enorme de lo que se ha llamado la centro-izquierda tendría todas las posibilidades de derrotar al denominado bloque de la derecha.

La renuencia de Fajardo tiene una aparente explicación: ha figurado de puntero en algunas encuestas y creo que siente que los demás aspirantes alternativos deberían unirse en torno a él. Pero aquí no solo pueden ser consideradas las encuestas, el carisma de Fajardo y su look de pelo largo, jeans y camisas blancas arremangadas. El procedimiento debe ser una consulta donde se evalúen las propuestas de cada uno de los candidatos alternativos.

El aspirante antioqueño debería tener muy claro que solitario no ganará y que de pasar a la segunda vuelta necesitaría del apoyo de De La Calle, de Petro, de Clara López, de Carlos Caicedo  y de Nicanor Flórez. Ningún voto es desdeñable. Por eso el escenario más conveniente para Fajardo sería concurrir a una consulta donde se defina la candidatura única alternativa.

A Fajardo, por lo que he leído en su libro El poder de la decencia, le gusta la palabra conectar que viene de su formación matemática. Ahora le toca conectar a todos los que podrían ayudarle a ganar. Pero todavía lo veo muy antioqueño y muy encerrado en su Medellín del alma. Tiene que probarnos  que es un dirigente nacional a quien le cabe el país en la cabeza. Que es preparado, nadie lo discute. Es PhD en matemáticas de Wisconsin y exprofesor de los Andes y la Nacional. También es indudable que hizo unos gobiernos meritorios en Medellín y Antioquia, pero tiene que demostrar que su estatura de jefe político va más allá de las bellas montañas de su ciudad natal.

Fajardo es dueño de una marca de hacer política. No compra votos, detesta los cambalaches politiqueros, pero debe mostrarnos que es más que un buen gerente público. Que es un líder  con posiciones claras. Por ejemplo, su postura sobre las pensiones fue una embarrada monumental y luego un video supuestamente correctivo no le sirvió para sacar la pata.

Fajardo debe enviar señales de compromiso con la Costa, asumiendo, por ejemplo, insumos valiosos como los estudios de la Casa Grande del Caribe para superar la pobreza regional. Esto no es solo cuestión de imagen estética y de esquivar las polarizaciones. No basta. Y ojalá atienda el mensaje de unidad y de grandeza que acaba de enviarle Antanas Mockus, quien lo ha invitado a aceptar una consulta interpartidista antes de la primera vuelta.

@HoracioBrieva