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La memoria de Francisco el Hombre

Este mes de mayo he disfrutado el laborioso libro del destacado investigador Joaquín Viloria sobre la música popular de acordeón, De la cumbiamba al vallenato: aproximación cultural, económica y política a la música de acordeón en el Caribe colombiano, 1870-1960. Esta obra es valiosa en la medida en que aprovecha con rigor el acervo documental disponible sobre las aduanas y el comercio de la época, y aporta nuevos referentes estadísticos y enfoques conceptuales sobre nuestra música popular. Al mismo tiempo releí Tortilla Flat (1935), de John Steinbeck, que trata sobre los ‘paisanos’ de California, mezcla de mexicanos, indios y algunas sangres caucásicas.  Ambos libros me llevaron a la intrincada y fluida relación entre historia y memoria, y de cómo algunos personajes pueden ser diluidos por antropólogos, historiadores y críticos literarios en los tiempos primigenios de las relaciones míticas.

Estos actos de prestidigitación académica llevan a Steinbeck a advertir en el prefacio de su obra que aunque estas cosas fueron bien conocidas y se repiten en la ciudad de Monterrey es bueno que se escriban en el papel “para que en el futuro los estudiosos, escuchando las leyendas, no puedan decir lo que dicen de Arthur y de Roland y de Robin Hood: No había ningún grupo de amigos de Danny, ni ninguna casa. Danny es un dios de la naturaleza y sus amigos símbolos primitivos del viento, el cielo, el sol”. Gabo hará una afirmación similar en Los funerales de la Mamá Grande. Estas anotaciones son pertinentes respecto de una piedra angular de la memoria de la música popular de acordeón en la Provincia de Padilla como es la figura de Francisco el Hombre. 

Los relatos acerca de Francisco Moscote Guerra, conocido como Francisco el Hombre, no cumplen siquiera los doscientos años de antigüedad. Su nacimiento, según la memoria oral, pudo darse veinte años después de la muerte de Bolívar. La introducción del acordeón en el Caribe colombiano se da apenas en la segunda mitad del siglo XIX. El investigador Ángel Acosta Medina, quien prepara una publicación sobre la vida del juglar, sitúa su nacimiento en 1850 y su muerte en 1953. Escalona narraba con emocionantes detalles su entrevista con él en el pequeño pueblo de Machobayo, en 1948. Con frecuencia se niega su existencia o esta es seccionada en personajes diferentes como Francisco Pacho Rada, nacido en Plato en 1907 y fallecido el año 2003, hace tan solo 15 años. En una entrevista realizada por el investigador Félix Carrillo Hinojosa Rada afirma que supo en 1941, por boca de José María Peñaranda, que Francisco el Hombre estuvo por Aracataca y Fundación en 1915, y añade que ese estilo no se conocía por aquí”. 

Recordamos a Francisco el Hombre a través del canal de la memoria que registra numerosos testimonios orales y las canciones que le sobrevivieron. Ambas: Historia y Memoria son representaciones del pasado pero, recordemos con Michel Trouillot, que existen mecanismos de poder que pueden silenciar el pasado y que la relevancia histórica de un evento no depende de su impacto original sino de cómo lo inscribimos en el tiempo.

wilderguerra©gmail.com

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