Vacunación por privados
Se deben buscar mecanismos de mitigación que no permitan que las vacunas se conviertan en un negocio.
Luego de cumplidos los primeros dos meses de iniciado el proceso de vacunación en el país, el balance deja ver que de 5.065.284 vacunas que han llegado al territorio nacional, 5.065.272 han sido asignadas y 3.769.499 han sido aplicadas.
Este stock de dosis disponibles en el territorio y los márgenes de efectividad en su aplicación dispar entre departamentos, sumado a las desesperanzadoras cifras de contagios activos y muertos por día, nos ponen a reflexionar sobre las fallas que hemos tenido en el proceso.
Si la situación que estamos experimentando es un problema de la falta de gestión de nuestras autoridades o un asunto estricto de plata, para lo cual creo que puede ser una combinación de ambas, que en medio de un escenario desafiante ante una situación en la que el mundo mantiene una alta demanda ante un recurso escaso y exquisito, al que todos quieren tener acceso, no era una tarea fácil.
Pero lo cierto es que enfrascarnos sobre cuáles fueron las razones que nos tienen experimentando este cuello de botella con el proceso de inmunización de nuestra población no nos puede cegar en búsqueda de soluciones.
De ahí, que el sector privado haya avanzado en buscar una oportunidad de aportar en medio de la crisis, incluso asumiendo determinados riesgos que deberán ser ponderados respecto a los beneficios de su participación en el plan de vacunación.
Ahora bien, si para los privados iniciar con esta habilitación puede resultar esperanzador, también es cierto que es una tarea para la cual se cuenta con escasa o nula experiencia, sobre todo porque la etapa inicial de esta cadena hasta la aplicación de la vacuna, involucra la búsqueda de la disponibilidad de las mismas y la consecución de una negociación, a lo que se suma la negativa de determinadas farmacéuticas a negociar con privados para este propósito.
La resolución emitida todavía mantiene dos grandes preocupaciones. Una, el grado de responsabilidad de los privados sobre los efectos que la inyección pueda generar en la salud o vida de sus empleados inmunizados y dos, el tiempo de iniciación de la aplicación de los biológicos, para lo que el gobierno ha delimitado que sea hasta después de avanzada la etapa 3, en la cual se involucra a las personas de 16 años y 59 años con comorbilidades.
Como todo, tiene sus pros y sus contras. Entre los primeros, es que, por supuesto es una alternativa de solución, involucra un esquema de cooperación de privados con el sector público, en aras de regular nuestras condiciones de vida y salvaguardar nuestra existencia. Por el otro lado, se deben buscar mecanismos de mitigación que no permitan que las vacunas se conviertan en un negocio, aunque ya lo es, el país mejor postor ha demostrado ser el mayor propietario de vacunas hoy en día; así como avanzar sin prescindir de la insistencia para que el gobierno avance en negociaciones por más biológicos y propender por un acceso equitativo a la vacunación.
En todo caso, que los retos no nos nublen la visión y que las alternativas de acceso a las vacunas nos permitan en medio de las circunstancias no abandonar el principio de equidad y solidaridad que debemos propender, pues cada vida cuenta y su pérdida irreparable nos duele.
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