Nadal llora a Federer
Lo extrañaremos mucho. El relojito suizo hará mucha falta. No solo por lo impecable de sus golpes, sino por su prolija actitud en las canchas. Jamás se le ha visto un gesto de inconformidad con un juez, ni una ofensa a un contrincante (en su época adulta, de juvenil fue más testarudo). Un caballero dentro y fuera de la cancha. Nos ha hecho disfrutar y sufrir, reír y llorar, muchas veces.
Podría estar escribiendo sobre el triunfo de Giorgia Meloni y lo que su victoria supone en el escenario político internacional. Pero deliberadamente escogeré otro tema. Me daré una licencia para intentar relatar brevemente -y con la posibilidad de quedarme muy corta-; lo que ha significado Roger Federer en la vida de los amantes del tennis.
Érase una vez, el deporte blanco estaba monopolizado por la rivalidad entre Andre Agassi y Pete Sampras. Los estadios se llenaban, ambos opuestos en su estilo de juego. Uno de un casi perfecto revés a dos manos, el otro con un latigazo a una. Cuando se retiraron, los niños noventeros, fanáticos, que crecimos con ellos, quedamos huérfanos de ídolos. Sin embargo, el futuro nos sorprendería. No contábamos en ese entonces con que vendría pronto una nueva era de dos enemigos íntimos (Roger Vs Rafa).
El suizo no se despeina, tiene un juego perfecto, parece que ni sudara para ganar un partido. Se proclamó en los 4 grandes, en el sofocante calor de Melbourne (Australian Open), en la tierra batida parisina (Roland Garroes), en el pulcro césped británico (Wimbledon), y por supuesto en el apasionante suelo neoyorquino (Us Open). 310 semanas como número uno del mundo, una hazaña increíble.
Se ha despedido del tennis el más grande. Su mayor adversario (y mi favorito de todos los tiempos), lo sabe. Por eso Rafa lloraba desconsolado el viernes. Se va con Roger, su mayor motivación, esa rivalidad a ambos, los hizo mejores tenistas. Uno, no sería sin el otro.
Lo extrañaremos mucho. El relojito suizo hará mucha falta. No solo por lo impecable de sus golpes, sino por su prolija actitud en las canchas. Jamás se le ha visto un gesto de inconformidad con un juez, ni una ofensa a un contrincante (en su época adulta, de juvenil fue más testarudo). Un caballero dentro y fuera de la cancha. Nos ha hecho disfrutar y sufrir, reír y llorar, muchas veces.
Federer fue invencible. Hubo una época en la que ganaba todo lo que jugaba. Una leyenda viva. Pero toda historia tiene su final. Y este fue hermoso. Sus mayores adversarios le despidieron entre aplausos y lágrimas. Se lo merecía. En el circuito ATP nadie tenía un mal comentario sobre él. Nos acostumbró a algo anormal: a la excelencia permanente.
Yo me quedo con la satisfacción de haber sido testigo de su época de oro. Cada vez que lo vi en vivo, presencialmente, era una oportunidad para constatar que sí era humano. Porque cuando lo veía por tv parecía que era un extraterrestre el que jugaba.
Hay un poema que circula por internet y que es cierto. Cierro con unas frases robadas del mismo: “Cómo vas a saber lo que es la vida, si nunca jugaste al tenis; Cómo vas a saber lo que es la pasión, si nunca ganaste un partido 7/6 en el tercero. Cómo vas a saber lo que es la humillación, si nunca clavaste un smash en la red.” A Federer no lo llora solo Nadal, lo lloramos todos los que amamos este deporte.
@KDiarttPombo
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