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Justicia y misericordia

El traslado de ‘Santrich’ a la sede de Caminos de Libertad, de pastoral penitenciaria, ha puesto al desnudo el talante colombiano más cercano al tinterillo que al jurista y capaz de sacrificar al ser humano con tal de pulir un inciso legal.

Primero y estentóreo se escuchó el rechazo de ese acto en nombre de las leyes: “no tiene justificación legal” opinó un periodista; “es un sindicado de narcotráfico” explicó otro colega; por su parte, un tercero, fue sarcástico: “si guerrilleros procesados por narcotráfico van de las cárceles a los conventos, ¿por qué no van de las cárceles a los conventos los curas pedófilos?”. Un respetado exministro señaló el peligro de que esa indulgencia se generalice cuando otros presos acudan a la huelga de hambre para presionar su liberación. Es “un precedente funesto” fue la razón más alegada en los comentarios de prensa adversos a la decisión episcopal.

La verdad es que era demasiado pedirle a una mentalidad rígida, moldeada por siglos de legalismo en que las leyes son lo primero y subordinan la vida. Con ese precedente cultural no se entiende que la vida es primero que las leyes y que la misericordia va más allá de la justicia.

Pero si se agrega la pasión política con que se mira cuanto tiene que ver con la guerrilla desmovilizada y con el proceso de paz, se llega a una posición de los medios y de los opinadores, discutible pero explicable.

Lo que no tiene una explicación fácil es que un acto de misericordia del episcopado tenga el rechazo de algunos eclesiásticos. Puesto ante este caso, ¿el papa Francisco protestaría contra el episcopado y alegaría que la Iglesia samaritana debe ponerle límites a su misericordia?

Cualquier eclesiástico, más si es monseñor, debe conocer los numerosos textos papales sobre la necesidad de un tránsito desde la iglesia obsesionada por procesar y juzgar a todo y a todos, hasta la iglesia de la misericordia que hace real e histórica la imagen del buen pastor que prefiere la oveja perdida y la carga sobre sus hombros; esa iglesia, antes que por la justicia, apuesta por la misericordia.

Cuando se examinan las razones “para apartarse de la decisión episcopal”, por considerarla “injustificada e inoportuna”, se encuentra que le dicen a ‘Santrich’: “usted secuestró, usted mató” como explicación a su negativa a que se le traslade, agonizante, después de más de un mes de huelga de hambre, a un lugar donde podrían salvarle la vida. Sin eufemismos, esto equivale a decir, puesto que usted mató, a usted lo deben dejar morir. ¿No es una versión edulcorada del ojo por ojo? Algo así como un sermón de la venganza, opuesto al de las bienaventuranzas.

Es monseñor y obispo, Libardo Ramírez, nada izquierdista por cierto, pero antes que nada, cristiano, quien entiende que se trata “de evitar la muerte de quien, como todo humano, merece misericordia”.

Prefiero mil veces una iglesia que se equivoca por misericordiosa que la que acierta en sus cálculos para ser mirada como políticamente correcta.

jrestrep1@gmail.com
@JaDaRestrepo

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