A pesar de la controversia nacional que se ha dado alrededor del Código de Policía y de la condena generalizada de los colombianos por su aplicación errada, en el caso de las empanadas, la fuerza pública continúa actuando de manera ilógica ante nuestra realidad laboral y social. 

En días pasados se hizo viral en las redes sociales un video que mostraba a una palenquera vendedora de frutas en Cartagena, arrinconada y asustada ante la posibilidad de ser atropellada por su actividad laboral informal, y en la misma cuadra se ven las sillas de lujo que ocupaban toda la calle frente a un restaurante. La prensa también reportó el caso de Angelina Cassiani, a quien en el Centro Histórico la Policía le decomisó su palangana de frutas, despojándola de su capital de trabajo.

En buena hora, como respuesta a este atropello, se dio la marcha de las palenqueras que reclamaban buen trato de las autoridades para ejercer sus ventas tradicionales de frutas y dulces, y se volvieron a poner sobre el tapete el Código de Policía y la exclusión que históricamente ha padecido la población afrocolombiana. 

Aunque la comunidad descendiente de los africanos que fueron traídos forzados como esclavos fue reconocida en la Constitución de 1991, que definió la composición multiétnica y pluricultural del país, y se desarrolló una legislación que garantiza su protección, inclusión e igualdad, sus necesidades continúan latentes y la discriminación racial es aún evidente.

En el caso de las palenqueras, es absurdo que tengan que exigir respeto siendo ellas ingrediente vital del ADN de la Cartagena heroica, histórica y turística que recibe a miles de extranjeros ansiosos de conocerla y vivirla. Además, estas mujeres valiosas prestan un servicio del cual derivan su sustento. Pero, sobre todo, ellas representan a ese pueblo libre palenquero declarado Patrimonio cultural e inmaterial de la humanidad por la Unesco (2005), que tanto ha enriquecido la identidad y la cultura colombiana.

La población afrocolombiana corresponde al 10,4% del total nacional, con 4.311.757 personas (censo Dane 2005); en su mayoría con necesidades básicas insatisfechas.

El informe ‘Afrocolombianos, población con huellas de africanía’, del Ministerio de Cultura (2010), detalla que “los indicadores de educación muestran tasas de analfabetismo superiores (11,7%) en 4,5 puntos porcentuales de la población afrocolombiana con respecto al resto de la población colombiana”. Además, recalca los bajos niveles de inserción de la etnia en el mercado laboral formal. 

Pese a sonar ilógico que en el siglo XXI una población tenga que exigir un trato igualitario, la ONU declaró el periodo 2015-2024 como el Decenio Internacional para los Afrodescendientes, para llamar la atención sobre la necesidad de que los países cooperen para que ellos puedan gozar plenamente de sus derechos. Se estima que en América viven más de 200 millones de afrodescendientes, y que continúan siendo víctimas de segregación social a pesar de haber quedado atrás el oscurantismo de la colonia.