Para quienes nacimos y vivimos en el Caribe, EL HERALDO es parte fundamental de nuestra esencia y valores regionales. Manosear sus páginas o recorrer su contenido digital y leerlo, mientras se degusta un buen café, es la mejor manera de comenzar el día.

Así mismo lo sienten los costeños que viven fuera de la región, como mi amigo Félix Mulford, vicepresidente de Aciba en Bogotá, quien me cuenta que, el leer EL HERALDO virtual, además de informarle, le alegra su despertar y le permite superar la añoranza del terruño.

Quienes desde niños nos acostumbramos a hojear el diario impreso para informarnos y vivir todo su contenido, también nos hemos adaptado a sus nuevas plataformas digitales que, a cada minuto, durante las 24 horas del día, nos actualizan de todo lo que sucede en el país y el mundo.

Para los medios de comunicación es hoy un imperativo transformar sus lenguajes para llegar a las nuevas generaciones, evolucionar a la misma velocidad que lo hace la sociedad; ser sus oídos, sus ojos, su voz; tener la capacidad de reportar los acontecimientos con agilidad y veracidad, pero sobre todo, analizar sus causas y consecuencias para constituirse en herramienta útil en la construcción de opinión.

Eso lo ha entendido bien EL HERALDO que, acabando de cumplir 86 años de existencia, continúa siendo líder del Caribe en el escenario nacional, asumiendo la defensa de los intereses económicos y sociales regionales, escuchando a sus lectores y ofreciéndoles cada día un producto renovado, objetivo, ético y responsable.

Cuánta visión tuvieron sus fundadores Juan B. Fernández Ortega, Alberto Pumarejo y Luis Eduardo Manotas, al emprender la titánica tarea de crear una casa periodística que velara por la ciudad y el país, con un pensamiento liberal, democrático, social e independiente.

Ha sido, además, una escuela que ha cultivado el periodismo, un oficio complejo, muchas veces criticado y en tantas otras ocasiones ensalzado, pero que siempre será necesario en las sociedades democráticas que respetan la libertad y requieren mirarse hacia adentro, con sus virtudes y defectos, para desarrollarse. En esa casa periodística se han formado y crecido diversas generaciones de periodistas y escritores que han contribuido al engrandecimiento de esa actividad en Colombia como Germán Vargas Cantillo, Juan Gossaín, Gabriel García Márquez, Olga Emiliani, Roberto Pombo, Mauricio Vargas y Ernesto McCausland, entre otros.

El legado de su primer director, Juan B. Fernández Ortega, considerado el decano del periodismo en Barranquilla, lo supo llevar su hijo Juan B. Fernández Renowitzky y se ha mantenido luego del paso de la dirección a destacadas figuras como el historiador Gustavo Bell Lemus y el periodista Marco Schwartz, quien lo lidera actualmente y que también se formó en este medio.

Feliz cumpleaños y larga vida a este líder de opinión y periodismo libre, que cumple a cabalidad su misión de ser “una obra diaria de buena fe” —como lo aseguró su fundador Fernández Ortega—, tan necesaria para Barranquilla y el Caribe.