La irracionalidad: nefasta compañera
La obligación de seguir aplicando las medidas de autocuidado aprendidas en la cuarentena hace parte del esquema de bioseguridad responsable.
La flexibilización de la cuarentena impuesta para contener la propagación de la pandemia en el país tiene el propósito de reactivar la economía nacional y, con ello, aliviar las condiciones socioeconómicas de la población con base en el descenso del número de afectados con la virosis.
Confundir el levantamiento de restricciones como la Ley Seca, el toque de queda o el ‘pico y cédula’, con el otorgamiento de una patente de corso para el desenfreno y el libertinaje, es una actitud insensata e irresponsable. La obligación de seguir aplicando las medidas de autocuidado aprendidas en la cuarentena hace parte del esquema de bioseguridad responsable para mantener a buen recaudo la pandemia. Hemos padecido en carne propia los terribles efectos de la Covid-19, al fallecer familiares o amigos. Por ello, no es momento de distraernos con goces superficiales que pueden desencadenar un nuevo pico epidemiológico. A propósito, el pasado miércoles el ministro de Salud, doctor Fernando Ruíz, llamó la atención por la indisciplina social en el país, asegurando que la posibilidad de un rebrote es muy alta.
Como si la pandemia hubiera desaparecido por arte de magia, empezamos a observar grupos de personas festejando, alrededor de la música y el licor, en especie de bacanales aun cuando no están permitidas las reuniones masivas.
Muestra de ello es el lamentable episodio de la pediatra Dalila Peñaranda y su empleada Carmen Pérez, golpeadas por exigir el cese de una ‘Covid-fiesta’ ruidosa y perturbadora en un apartamento vecino al suyo. Ni siquiera el agente de la Policía presente y el guardia de seguridad del edificio pudieron evitar la agresión, en la cual hubo tal ensañamiento que, además de la golpiza, la turba de agresores destruyó la puerta del apartamento de la médica, donde se refugió para evitar el linchamiento. En buena hora la Fiscalía tomó la determinación de asumir la investigación con enfoque de género, para darle celeridad al proceso.
Las normas de propiedad horizontal contemplan derechos y deberes para la sana convivencia; sin embargo, es frecuente que sean violadas por quienes asumen que su condición de residentes es una concesión para actuar a su antojo, vulnerando los derechos de sus vecinos. En el caso citado, los oferentes de la celebración incumplieron esas normas y también las medidas de aislamiento responsable y autocuidado, como lo evidencian los videos difundidos en redes sociales.
Estos nefastos comportamientos son reflejo del deterioro de los valores y principios morales de la sociedad, y la preeminencia de la intolerancia, el individualismo, el irrespeto y la falta de consideración al prójimo. Es necesario reconocer que nuestros derechos no son infinitos y estamos cobijados por el derecho-deber, en el que todo derecho exige el cumplimiento de un deber y que la convivencia ciudadana se soporta en un marco regulador de normas y valores. Debemos, como ciudadanos responsables, recapacitar y no seguir rodando hacia el precipicio de la irracionalidad y la violencia generalizada.
rector@unisimonbolivar.edu.co
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