Si el Atlántico tiene una inmensa riqueza en la agroindustria -como lo expuse en una columna anterior-, no se puede decir menos de lo que son y significan su patrimonio histórico-cultural y sus atractivos naturales para la visita y el entretenimiento de propios y extraños.
Resalto de ese largo listado, el calor humano y la capacidad creativa de su gente, las carnestolendas y el resto de expresiones culturales, lo mismo que sus 105 kilómetros de ribera sobre el río Magdalena, los 90 kilómetros de playas en el mar Caribe, el Canal del Dique, las 1.529 hectáreas de bosque seco tropical, el recurso hídrico, Bocas de Ceniza, el barrio El Prado, las aguas medicinales de Usiacurí y la infraestructura hotelera, comercial y gastrónomica.
Debemos seguir fortaleciendo y visibilizando nuestro hermoso Carnaval de Barranquilla y las carnestolendas del resto de municipios, como El Reinado Intermunicipal, de Santo Tomás; El Sirenato de la Cumbia, en Puerto Colombia y el Festival del Millo, en Juan de Acosta. Estas fiestas, además del impacto cultural y social, tienen un gran valor en la economía local. Solo el Carnaval de Barranquilla mueve 19,5 millones de dólares (Cámara de Comercio, 2017), ejemplo claro de la llamada ‘economía naranja’ que impulsa el actual Gobierno Nacional.
Otro patrimonio que tenemos es nuestro don de gentes y capacidad relacional, que hacen factible lograr cercanía y confianza con visitantes y turistas, lo que facilita el desarrollo y la consolidación de las industrias culturales.
Cómo no aprovechar la belleza de nuestro sistema lagunar, sus aves, sus paisajes, su biodiversidad y su condición proclive para la pesca artesanal y la práctica de deportes náuticos. Acertadamente, la otrora abandonada Ciénaga de Mallorquín es hoy el eje de una iniciativa trascendental liderada por la Alcaldía Distrital, que la convertirá en un gran ecoparque con miradores, zona deportiva, senderos, ciclovías, de la mano de labores para su recuperación y conservación. El proyecto pretende, además, recuperar la playa de Puerto Mocho que, junto a la Ciénaga, son espacios de integración del río Magdalena y el mar Caribe.
A estas nuevas obras se sumaría la infraestructura ya habilitada, como el Malecón sobre el río Magdalena, el Centro de Eventos Puerta de Oro y el Pabellón de Cristal, conformando el principal corredor turístico de la ciudad.
El proyecto en Mallorquín hace parte del Plan de Gobierno del alcalde Jaime Pumarejo, que busca fomentar la ‘industria sin chimenea’, como herramienta para dinamizar la economía y el empleo, insertándola en el desarrollo local y consolidando la esencia hospitalaria del barranquillero.
También el Plan de Gobierno Departamental contempla fortalecer, como industrias culturales, las fiestas patronales de los municipios y sus tradiciones gastronómicas, el ecoturismo en reservas forestales, turismo de eventos y negocios y centros artesanales.
El reto que nos involucra a todos, en los años venideros, es convertir a Barranquilla y el Atlántico en polos turísticos del Caribe.
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