Hace unos días caminaba con mis hijos y nietos en una playa de Juan de Acosta, los invité a recoger conchas marinas y terminamos recogiendo desechos plásticos ante la contaminación que tenía la orilla del mar. En un lapso de media hora y recorriendo unos 300 metros de playa se lograron reunir 18 encendedores de plástico y 22 chancletas deterioradas.

No es exageración, pero los niños quedaron impactados por la presencia de tanta basura. El daño que los seres humanos le estamos ocasionado al medio ambiente por el uso abusivo del plástico es evidente y está dejando gravísimas consecuencias que van más allá de la suciedad de las playas.

El asunto es tan delicado que, según la ONU, anualmente llegan al mar 13 millones de toneladas de plásticos, generando un gran impacto negativo a los océanos. Se calcula que hacia el 2050 habrá 12.000 millones de toneladas de desechos plásticos en los basureros y en la naturaleza.

De acuerdo con dicho estudio, anualmente usamos cinco billones de bolsas de plástico y cada minuto compramos un millón de botellas de ese mismo material. Por lo menos un 70% de estos llegan como desechos a la naturaleza; apenas el 9% es reciclado. El resto son incinerados.

Aunque en comparación con la dimensión de este problema es poco lo que se está haciendo en el mundo, iniciativas como la prohibición de plásticos de un solo uso, que se tramita en Europa, pueden contribuir eficientemente a frenar la contaminación planetaria. El Parlamento Europeo detalló que, a partir de 2021, los países de la Unión Europea no permitirán la utilización de artículos de plástico como los agitadores de bebidas, palitos para globos, pitillos, copitos de algodón, platos, cucharitas y contenedores de comida rápida de poliestireno expandido.

No obstante, a pesar de la gravedad de la situación ambiental, la producción de plástico a nivel mundial está disparada. A 2030, en el mundo se estarían produciendo 619 millones de toneladas de plástico anuales.

El caso es que los desechos están afectando la flora, la fauna y todos los ecosistemas, e impactan directamente a los seres humanos, pues debido a que los animales los ingieren pueden llegar a ser consumidos por nosotros, así que el riesgo en materia de salud es altísimo. Ya han sido hallados microplásticos en el agua y en la sal comercial. 

La reutilización y el rechazo de los materiales plásticos que podemos reemplazar, o simplemente no usar, debe convertirse en una costumbre diaria. De poco servirá el cobro de impuestos por las bolsas si no racionalizamos su uso y nos acostumbramos a usar de papel o tela reutilizables. Es nuestra obligación enseñarle a las nuevas generaciones que de su actitud con el medio ambiente depende la vida del planeta.

Solo tenemos este hogar: la tierra, es nuestra obligación como especie dominante y pensante cuidarla y preservarla. Si la destruimos acabamos con nuestras vidas y coartamos el futuro de todas las especies existentes en el planeta como, de hecho, ya ha sucedido con muchas.